Construido sobre una atalaya privilegiada, el
castillo medieval de
Miravet es uno de los mejores ejemplos de la
arquitectura de la Orden de los Templarios en Europa.
Edificio religioso y
militar de origen árabe, sigue el estilo defensivo de los
castillos de Tierra
Santa, con unas majestuosas
murallas que se alzan sobre el
río Ebro.
El año 1.153 es conquistado por los cristianos y Ramón Berenguer IV lo cede a Pere de Rovira, maestro de los templarios en Hispania y Provenza, que lo reconstruye y convierte en uno de los principales centros de poder cristiano en la Península Ibérica.
La uniformidad de la construcción muestra que los templarios levantaron el edificio en relativamente poco tiempo. Los vestigios de la antigua fortaleza andalusí están presentes en los tramos bajos de la
muralla y en parte de las construcciones del recinto superior.
Además del castillo, Miravet es una ciudadela amurallada con construcciones a diferentes niveles. Sus formas son contundentes y austeras y, a modo de
colmena medieval, dentro de las murallas la comunidad disponía de todo lo necesario para vivir.