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RIUDOMS: A mi Cuñado Choli...

A mi Cuñado Choli

Acabo de llegar de Reus (Tarragona) de decir el último adios a mi Cuñado Jordi (CHOLI para muchos), que su destino le ha quedado fijado en los 46 años.

Como casi siempre nos damos cuenta en la vida tarde de ciertas apreciaciones.
Me explico. Yo tenía muy buena relación con él, pero reconozco que, como a otros seres que nos erigimos en maduros, a veces pensaba que era un poco niño, por sus actos.

Bien, pues eso justamente es lo más admirable que tenía y hoy en su sepelio me he dado cuenta. Entre la gente de su edad o mayores, estábamos muy pocos. Quizá los más allegados. Pero entre los veinteañeros, la edad de su hijo, había chicos y chicas para aburrir.

El acto ha consistido en una ceremonia sin misa ni nada, en la que el protagonista ha sido su vida, su entrega, su cariño, su amistad, y sobre todo descrito por sus jóvenes amigos y amigas que han valorado todas, una a una, las virtudes que le rodeaban.

Especialmente emocional ha sido el relato de su hijo Alex, mi sobrino, que resumiendo ha dicho que no sabría apreciar distinción entre Padre y Amigo, porque para él ha sido en su vida ambas cosas, en el nivel más alto que se pueda esperar de ambas.

Su aspecto, sus pendientes, sus tatuajes, su vestimenta de hombre rokero, incluso heavy, escondían una personalidad cariñosa, amable y generosa y amante de su esposa, de su familia, inclusive de los animales. Siempre tenía perros y éstos valoraban esa empatía hacia todoas.
El desfase generacional no fue un obstáculo, sino una forma de vida distinta.
Imprimió tal afección a la juventud en las poblaciones cercanas a Reus, debido a que los trataba como si él fuera uno más de su generación, y su experiencia y edad la dedicaba a ayudarles a tener aficiones y distracciones, que no fueran el alcohol o las drogas, que tan a mano tenían en alguno de los barrios.
Principalmente los alentaba en el mundo de la moto, se las arreglaba, se las preparaba, alentaba a participar en carreras, como a mi sobrino Alex que le hizo campeón en muchas en toda España.
Iba con su motocaravana o en moto, él y mi cuñada Rosi, a acompañarle a todas las carreras.
Todo ello tiene más valor cuando todos sabíamos sus permanentes dolores, cansancio y enfermedad que arrastraba desde que le tuvieron que transplantar el hígado hace unos diez años, le hacían doblar sus esfuerzos de su generodidad.

Choli: Siempre que vea una moto de las guays, de las preparadas, o un coche tuneado, diré ¡Ahí va parte del Choli!
Por lo que intuyo, no sólo yo, sino todos y todas los amigos-as que allí no han podido contener las lágrimas, la mayoría ataviados como él iba (de moteros, de rokeros, de heavys, etc) y que seguro esconden también buenos instintos que él les ha transmitido.

Miguel