En el poble Nou del delta del Ebro, en la franja sin pavimentar que queda entre dos alcorques, un heroico y algo infantil intento de
jardín urbano alegra la vista de quién por allí pase.
Cactus, alguna planta de
flor, figuras hechas por un voluntario artesano y hasta un rótulo pidiendo cuidado con el jardín que, protegido por una mínima cerca de alambre sostenida por siluetas de
flores recortadas y coloreadas, produce una sensación de ternura y una sonrisa.