Los orígenes de la
plaza se encuentran en la Edad Media, como espacio situado extramuros de la ciudad
medieval. En ella se celebraba el
mercado de la villa y la
feria anual de la misma, concedida por el rey castellano Alfonso VIII en 1184, por lo que recibió la denominación de Plaza del Mercado.
En los siglos XV y XVI quedó plenamente integrada en el casco urbano, por la ampliación de las
murallas, primero, y por el desarrollo urbanístico del que sería el
barrio universitario, después. De esta manera la plaza se convirtió en el espacio principal de la villa, escenario de todo tipo de festejos públicos, además de servir de frontera entre la jurisdicción de la villa y la de la Universidad. Allí se situó la sede del Concejo a partir del siglo XVI.
En el siglo XIX la plaza experimentó numerosos cambios. Recibió su denominación actual "Plaza de Cervantes" y se ejecutaron varias obras para su embellecimiento; tales como la erección en 1879 de la
estatua de Cervantes que la preside, y la construcción del
Quiosco de la
Música en 1898.