Estoy finalizando un nuevo libro para editar al que titulo:"Córdoba, ciudad de las tres culturas"He aqui su reseña.
PROLOGO
El titulo de este ensayo, “Córdoba, ciudad de las tres culturas” es un eslogan repetido a lo largo de la historia pues desde las épocas muy remotas de la Prehistoria se han encontrado hallazgos en la época chelense de los yacimientos que han aparecido en las orillas del río vivificador en referencia al Betis o Guadalquivir.
En la época de la Edad del Bronce o del Hierro, Córdoba debió ser la capital política de esta amplia región meridional de Iberia y formaba parte junto a Gades o Cádiz del gran Imperio Tartesio.
El primer testimonio histórico de este lugar se debe a la época cartaginesa que cita a los cordobeses que acompañaron a Aníbal en sus campañas contra Roma. Ya en el año 206 a. C. la conquistan los romanos y transcurridos treinta años, el pretor Claudio Marcelo la funda y la edifica con los cánones artísticos romanos en sus monumentos y murallas y es elegida como la capital de la Hispania Ulterior adoptando el nombre de Córdoba.
Los grandes acontecimientos históricos como las luchas de Viriato, Sertorio y Pompeyo contra César, tienen lugar en Córduba como principal escenario.
Durante la romanización tiene su protagonismo pues se declara Colonia Patricia y es su protector Agripa, yerno del Emperador César Augusto, transformándose en un foco cultural con la presencia de grandes figuras, naturales de esta excelsa ciudad como la estirpe de los Seneca y por último su descendiente, Lucano, sacrificado por el Emperador Nerón por sus celos escénicos.
Durante la persecución del cristianismo en el Imperio Romano, Corduba tuvo con mártires a Acisclo y a Victoria, ambos patrones de la ciudad.
Tras el Edicto de Milán, Constantino legalizó el cristianismo como una nueva religión y surge el cisma entre cristianos unitarios y trinitarios o católicos y es Osio, Obispo de Córduba, quien tiene un protagonismo en el Concilio de Nicea y redacta la formula del Credo, usado desde entonces por la fe católica.
Con invasión de los bárbaros, Córdoba queda bajo la égida imperial de Bizancio y sería el rey visigodo Leovigildo, quien se la arrebata a los bizantinos y queda bajo la fe arriana hasta que posteriormente su hijo, Recaredo quien abjura el arrianismo y se convierte al catolicismo, siendo una capital bética floreciente y relevante culturalmente.
En el año 711, con la presencia en Hispania de los árabes, derrotan a D. Rodrigo, el último río visigodo y Córduba es elegida posteriormente por Abd-el-Rahman ben Moawia, de la dinastía Omeya, para fundar un emirato que tuvo dos siglos y medio y uno de sus sucesores, Abd-el-Rahman III se proclama “Califa” y transforma la ciudad, como una gran capital de Occidente, rivalizando en esplendor con Bagdad y Constantinopla, siendo una de las capitales más pobladas del mundo.
Es en esta época donde en Córdoba, orbe que luce con luz propia, donde están representados personajes que son la flor y nata de las tres culturas, la musulmana, la sefardí y la cristiana, destacan las grandes figuras como los historiadores, Ibn al-Qutiyya, Ibn Hayyan, Alfaradi y Abenhazam; filosofos como Ibn Massarra, Averroes y Maimonides, estos últimos a su vez eminentes médicos y otros grandes personajes que si bien no alumbraron a la vida allí, si destacaron universalmente y como tales cito a Abu al-Hasan Ibn Ali Ibn Nafi, músico y poeta persa procedente de Bagdad y conocido por el sobrenombre de Ziryab y el científico Abbas Ibn Firnas, qué fue pionero en aquella época del arte de volar, a imitación de la leyenda griega de Dédalo, inventando un artificio que él piloto y se arrojó varias veces desde la Torre de la Ruzafa en Córdoba a una altura de cien metros y planeó un trecho muy amplio hasta realizar el aterrizaje forzoso.
No podemos obviar como era Córdoba en aquella época según el testimonio de Al-Maqqari, que dice así:
“Es digno de mencionar el apogeo de Córdoba durante la época islámica, que se afirma que tenía una población de casi un millón de habitantes, con 3000 mezquitas, 800 estaban en el arrabal de Saqunda; disponía de 600 baños públicos, el numero de fondas y hospederías era de 1600 y había además 4000 tiendas y comercios, 25 escuelas públicas y el circuito amurallado de la ciudad tenía una superficie de 2690 hectáreas.
Córdoba además tenía un notable y revolucionario sistema de albañales y aguas corrientes, a lo que sumaba una red de alumbrado público y un ingenioso método de irrigación de la vega circundante, a través de norias y acequias, que extraían el agua del río Guadalquivir (en árabe: uadi al-kabir, el río grande).
Al-Ándalus llegó a contar con más de 70 bibliotecas públicas, mientras que en la Europa occidental, todo el saber, era únicamente patrimonio del clero.
La biblioteca, del Califa cordobés Al-Hakam II, llegó a contener 400.000 tomos, que el propio Califa había leído todos”.
En esta época, a mediados del siglo X, París y Londres eran aldeas, casi desconocidas, y la mayoría de las ciudades de Europa no musulmana, se hallaban en las más absolutas condiciones de insalubridad y primitivismo.
Actualmente se guarda, en la biblioteca del Escorial, del año 1009d. C, un manuscrito andalusí en papel de algodón, lo que prueba que los musulmanes fueron los primeros en sustituir el pergamino por el papel.
A pesar este progreso, el califato cordobés, se vio involucrado en guerras civiles, que determinó su caída en el año 1010d. C.
La España musulmana se desintegró en veintitrés taifas, demasiado atareadas en luchas intestinas e intrigas, que les impidió hacer frente a la agresión a Al-Andalus, por parte de los reinos de Castilla y Aragón.
En este ensayo voy a describir someramente la ciudad y sus monumentos mas relevantes pero, si, al contrario enfoco su contenido en el aspecto histórico, cultural y biográfico en relación a los personajes que mencionó y a otros posteriores de la civilización cristiana y actual como a Osio, Obispo de la ciudad; Eulogio, cristiano, que con su fanatismo busco el martirio; el gran pintor Julio Romero de Torres y el gran maestro universal de la tauromaquia, Manuel Rodríguez “Manolete” presentando así un elenco de personajes representativos de las tres culturas.
Si con este libro he logrado plasmar en el lector y dejar un poso permanente de este pasado de esplendor cultural de esta ciudad para la Humanidad, habrán sido satisfechos mis deseos y agradezco Dios haberme dotado del don de la comunicación para cumplir mi más noble objetivo.
Julio Reyes Rubio “Al-Mayriti”
PROLOGO
El titulo de este ensayo, “Córdoba, ciudad de las tres culturas” es un eslogan repetido a lo largo de la historia pues desde las épocas muy remotas de la Prehistoria se han encontrado hallazgos en la época chelense de los yacimientos que han aparecido en las orillas del río vivificador en referencia al Betis o Guadalquivir.
En la época de la Edad del Bronce o del Hierro, Córdoba debió ser la capital política de esta amplia región meridional de Iberia y formaba parte junto a Gades o Cádiz del gran Imperio Tartesio.
El primer testimonio histórico de este lugar se debe a la época cartaginesa que cita a los cordobeses que acompañaron a Aníbal en sus campañas contra Roma. Ya en el año 206 a. C. la conquistan los romanos y transcurridos treinta años, el pretor Claudio Marcelo la funda y la edifica con los cánones artísticos romanos en sus monumentos y murallas y es elegida como la capital de la Hispania Ulterior adoptando el nombre de Córdoba.
Los grandes acontecimientos históricos como las luchas de Viriato, Sertorio y Pompeyo contra César, tienen lugar en Córduba como principal escenario.
Durante la romanización tiene su protagonismo pues se declara Colonia Patricia y es su protector Agripa, yerno del Emperador César Augusto, transformándose en un foco cultural con la presencia de grandes figuras, naturales de esta excelsa ciudad como la estirpe de los Seneca y por último su descendiente, Lucano, sacrificado por el Emperador Nerón por sus celos escénicos.
Durante la persecución del cristianismo en el Imperio Romano, Corduba tuvo con mártires a Acisclo y a Victoria, ambos patrones de la ciudad.
Tras el Edicto de Milán, Constantino legalizó el cristianismo como una nueva religión y surge el cisma entre cristianos unitarios y trinitarios o católicos y es Osio, Obispo de Córduba, quien tiene un protagonismo en el Concilio de Nicea y redacta la formula del Credo, usado desde entonces por la fe católica.
Con invasión de los bárbaros, Córdoba queda bajo la égida imperial de Bizancio y sería el rey visigodo Leovigildo, quien se la arrebata a los bizantinos y queda bajo la fe arriana hasta que posteriormente su hijo, Recaredo quien abjura el arrianismo y se convierte al catolicismo, siendo una capital bética floreciente y relevante culturalmente.
En el año 711, con la presencia en Hispania de los árabes, derrotan a D. Rodrigo, el último río visigodo y Córduba es elegida posteriormente por Abd-el-Rahman ben Moawia, de la dinastía Omeya, para fundar un emirato que tuvo dos siglos y medio y uno de sus sucesores, Abd-el-Rahman III se proclama “Califa” y transforma la ciudad, como una gran capital de Occidente, rivalizando en esplendor con Bagdad y Constantinopla, siendo una de las capitales más pobladas del mundo.
Es en esta época donde en Córdoba, orbe que luce con luz propia, donde están representados personajes que son la flor y nata de las tres culturas, la musulmana, la sefardí y la cristiana, destacan las grandes figuras como los historiadores, Ibn al-Qutiyya, Ibn Hayyan, Alfaradi y Abenhazam; filosofos como Ibn Massarra, Averroes y Maimonides, estos últimos a su vez eminentes médicos y otros grandes personajes que si bien no alumbraron a la vida allí, si destacaron universalmente y como tales cito a Abu al-Hasan Ibn Ali Ibn Nafi, músico y poeta persa procedente de Bagdad y conocido por el sobrenombre de Ziryab y el científico Abbas Ibn Firnas, qué fue pionero en aquella época del arte de volar, a imitación de la leyenda griega de Dédalo, inventando un artificio que él piloto y se arrojó varias veces desde la Torre de la Ruzafa en Córdoba a una altura de cien metros y planeó un trecho muy amplio hasta realizar el aterrizaje forzoso.
No podemos obviar como era Córdoba en aquella época según el testimonio de Al-Maqqari, que dice así:
“Es digno de mencionar el apogeo de Córdoba durante la época islámica, que se afirma que tenía una población de casi un millón de habitantes, con 3000 mezquitas, 800 estaban en el arrabal de Saqunda; disponía de 600 baños públicos, el numero de fondas y hospederías era de 1600 y había además 4000 tiendas y comercios, 25 escuelas públicas y el circuito amurallado de la ciudad tenía una superficie de 2690 hectáreas.
Córdoba además tenía un notable y revolucionario sistema de albañales y aguas corrientes, a lo que sumaba una red de alumbrado público y un ingenioso método de irrigación de la vega circundante, a través de norias y acequias, que extraían el agua del río Guadalquivir (en árabe: uadi al-kabir, el río grande).
Al-Ándalus llegó a contar con más de 70 bibliotecas públicas, mientras que en la Europa occidental, todo el saber, era únicamente patrimonio del clero.
La biblioteca, del Califa cordobés Al-Hakam II, llegó a contener 400.000 tomos, que el propio Califa había leído todos”.
En esta época, a mediados del siglo X, París y Londres eran aldeas, casi desconocidas, y la mayoría de las ciudades de Europa no musulmana, se hallaban en las más absolutas condiciones de insalubridad y primitivismo.
Actualmente se guarda, en la biblioteca del Escorial, del año 1009d. C, un manuscrito andalusí en papel de algodón, lo que prueba que los musulmanes fueron los primeros en sustituir el pergamino por el papel.
A pesar este progreso, el califato cordobés, se vio involucrado en guerras civiles, que determinó su caída en el año 1010d. C.
La España musulmana se desintegró en veintitrés taifas, demasiado atareadas en luchas intestinas e intrigas, que les impidió hacer frente a la agresión a Al-Andalus, por parte de los reinos de Castilla y Aragón.
En este ensayo voy a describir someramente la ciudad y sus monumentos mas relevantes pero, si, al contrario enfoco su contenido en el aspecto histórico, cultural y biográfico en relación a los personajes que mencionó y a otros posteriores de la civilización cristiana y actual como a Osio, Obispo de la ciudad; Eulogio, cristiano, que con su fanatismo busco el martirio; el gran pintor Julio Romero de Torres y el gran maestro universal de la tauromaquia, Manuel Rodríguez “Manolete” presentando así un elenco de personajes representativos de las tres culturas.
Si con este libro he logrado plasmar en el lector y dejar un poso permanente de este pasado de esplendor cultural de esta ciudad para la Humanidad, habrán sido satisfechos mis deseos y agradezco Dios haberme dotado del don de la comunicación para cumplir mi más noble objetivo.
Julio Reyes Rubio “Al-Mayriti”