YA NADA AHORA
Por Ángel González
Premio Nacional de Poesía Real Villa y Sitio de Aranjuez, junio 2008. Está en la Calle Infantas.
YA NADA AHORA
Largo es el arte; la vida en cambio corta
como un cuchillo
Pero nada ya ahora
-ni siquiera la muerte, por su parte inmensa-
Podrá evitarlo:
Exento, libre,
Como la niebla que al romper el día
los hondos valles del invierno exhalan,
creciente en un espacio sin fronteras
este amor ya sin mi te amará siempre.
El texto en una primera lectura ya nos sugiere algo, al menos si no su profundidad, si nos revela alguna idea, como que dice algo más de lo que dice. Así si vamos desgranando algunas de sus partes, podríamos decir con el autor:
Largo es el arte. Afirmación por todos conocida, pues ahí están obras de nuestros antepasados que duran y durarán en el tiempo durante siglos e incluso milenios (arte egipcio, persa, inca, etc.).
La vida en cambio corta como un cuchillo. ¡Qué buena comparación!. Por un lado la perpetuidad del arte y por otro la fugacidad de la vida del ser humano (70 ó 100 años) ¿Qué supone este puñado de años si lo comparamos con el arte? Pero en esta frase se encierra no sólo la cortedad de la vida, sino lo cortante e hiriente que resulta al ser humano el partir a lo desconocido que es la muerte, a ese ignoto estado o lugar; el sufrimiento para los allegados al que parte y en la forma en que a veces se parte o despide de este mundo. Luego, aquí, el cuchillo no sólo es corto en tamaño como arma realmente pequeña si la comparamos con otras, como por ejemplo una espada; sino que se está utilizando como arma que hiere, como hiere la muerte al ser humano, heridas a veces inmensas y que se hacen larguísimas (toda la vida, a pesar de ser corta ésta).
Pero nada ya ahora –ni siquiera la muerte, por su parte inmensa- podrá evitarlo.
Se muere para siempre, de ahí la inmensidad del óbito que es por siempre, sin embargo, a pesar de su eterna duración nada puede hacer para que su contrario, la vida, cambie por mor o efecto eterno. Ambos, vida y muerte forman parte de la naturaleza y sus reglas les son impuestas a una y a otra. Por eso “nada ya ahora podrá evitarlo”, está preconcebido, es así, como es.
Esta “nada” a que se refiere el poema también puede tener un doble sentido de que nadie va a cambiar lo que por naturaleza superior está concebido y por otro también puede referirse a la “nada” que supone morir, sobre todo para los no creyentes, pues una vez muerto no se es nada, ni siquiera eres muerte, por “inmensa” que sea ésta
Por tanto, ese ser fallecido está exento de existencia (que es otro de los versos “Exento, libre”), de vida, de estar; no es, no existe. Su hueco quedó libre, ocupado por la nada únicamente como la niebla que al romper el día los hondos valles del invierno exhalan. El valle, recipiente, está lleno de niebla, contenido, cuando ésta desaparece, aquél queda libre, exento de aquélla.
La niebla termina desapareciendo a lo largo del espacio, hasta hacerse imperceptible totalmente en el creciente espacio sin fronteras y deja el hueco de los valles, porque son cosas distintas aunque llamadas a convivir, así el amor de quien muere permanece fuera de él en ese espacio sin fronteras. Este amor ya sin mi te amará siempre. Se ha quedado sin valle, vacío, su amor que era el contenido estará amando en ese espacio sin fronteras, en la eternidad y en la inmensidad, siempre. Bonita metáfora de la inmortalidad.
Por Ángel González
Premio Nacional de Poesía Real Villa y Sitio de Aranjuez, junio 2008. Está en la Calle Infantas.
YA NADA AHORA
Largo es el arte; la vida en cambio corta
como un cuchillo
Pero nada ya ahora
-ni siquiera la muerte, por su parte inmensa-
Podrá evitarlo:
Exento, libre,
Como la niebla que al romper el día
los hondos valles del invierno exhalan,
creciente en un espacio sin fronteras
este amor ya sin mi te amará siempre.
El texto en una primera lectura ya nos sugiere algo, al menos si no su profundidad, si nos revela alguna idea, como que dice algo más de lo que dice. Así si vamos desgranando algunas de sus partes, podríamos decir con el autor:
Largo es el arte. Afirmación por todos conocida, pues ahí están obras de nuestros antepasados que duran y durarán en el tiempo durante siglos e incluso milenios (arte egipcio, persa, inca, etc.).
La vida en cambio corta como un cuchillo. ¡Qué buena comparación!. Por un lado la perpetuidad del arte y por otro la fugacidad de la vida del ser humano (70 ó 100 años) ¿Qué supone este puñado de años si lo comparamos con el arte? Pero en esta frase se encierra no sólo la cortedad de la vida, sino lo cortante e hiriente que resulta al ser humano el partir a lo desconocido que es la muerte, a ese ignoto estado o lugar; el sufrimiento para los allegados al que parte y en la forma en que a veces se parte o despide de este mundo. Luego, aquí, el cuchillo no sólo es corto en tamaño como arma realmente pequeña si la comparamos con otras, como por ejemplo una espada; sino que se está utilizando como arma que hiere, como hiere la muerte al ser humano, heridas a veces inmensas y que se hacen larguísimas (toda la vida, a pesar de ser corta ésta).
Pero nada ya ahora –ni siquiera la muerte, por su parte inmensa- podrá evitarlo.
Se muere para siempre, de ahí la inmensidad del óbito que es por siempre, sin embargo, a pesar de su eterna duración nada puede hacer para que su contrario, la vida, cambie por mor o efecto eterno. Ambos, vida y muerte forman parte de la naturaleza y sus reglas les son impuestas a una y a otra. Por eso “nada ya ahora podrá evitarlo”, está preconcebido, es así, como es.
Esta “nada” a que se refiere el poema también puede tener un doble sentido de que nadie va a cambiar lo que por naturaleza superior está concebido y por otro también puede referirse a la “nada” que supone morir, sobre todo para los no creyentes, pues una vez muerto no se es nada, ni siquiera eres muerte, por “inmensa” que sea ésta
Por tanto, ese ser fallecido está exento de existencia (que es otro de los versos “Exento, libre”), de vida, de estar; no es, no existe. Su hueco quedó libre, ocupado por la nada únicamente como la niebla que al romper el día los hondos valles del invierno exhalan. El valle, recipiente, está lleno de niebla, contenido, cuando ésta desaparece, aquél queda libre, exento de aquélla.
La niebla termina desapareciendo a lo largo del espacio, hasta hacerse imperceptible totalmente en el creciente espacio sin fronteras y deja el hueco de los valles, porque son cosas distintas aunque llamadas a convivir, así el amor de quien muere permanece fuera de él en ese espacio sin fronteras. Este amor ya sin mi te amará siempre. Se ha quedado sin valle, vacío, su amor que era el contenido estará amando en ese espacio sin fronteras, en la eternidad y en la inmensidad, siempre. Bonita metáfora de la inmortalidad.