Los únicos depredadores naturales del gerifalte son el águila real, cuyos ataques son muy poco frecuentes, y el cuervo común, que sólo constituye un peligro para sus polluelos o para sus huevos. En realidad el mayor peligro para esta especie son los humanos, ya sea por accidente o intencionalmente. Los gerifaltes que sobreviven y llegan a la madurez normalmente alcanzan de nueve a doce años de edad.