La
Ermita de Nuestra Señora de la Soledad es fiel representante de la extensa red de
capillas,
ermitas y humilladeros que salpicaban Castilla en el siglo XVII. Esta red ha ido desapareciendo progresivamente debido al incremento poblacional de los municipios donde los
edificios se hallaban enclavados, siendo extraño, y por razones singulares, la pervivencia de alguno de ellos en nuestra época.