Tradicionalmente se ha asumido el significado funerario de estos
monumentos, que debieron funcionar como marcadores de tumbas, habiendo servido los objetos figurados en ellas como sustitutos del ajuar real del difunto. Sin embargo, su relación con enterramientos es endebles, aunque eso no afecta necesariamente a su carácter de representación de personajes difuntos heroizados.
Una característica esencial de estos monumentos es su aparición diseminados por el territorio, sin relación específica con núcleos de población coetáneos, pero sí con puntos nodales de las
vías de comunicación. Todo ello induce a explicarlas como referencias simbólicas en un
paisaje en proceso de sedentarización, en tanto de marcas de un territorio que aún no se controla de forma efectiva.