De mi libro:"Leyendas Andalusies Almiaregenses"publico una bella leyenda, por su orientalismo, dedicada a la princesa Sobeyha,"Schehrazada" y cuyo espiritu de su amado, el principe Abul-Walid, todavia esta vagando por la Imperial Toledo.
4. LA PEÑA DEL PRINCIPE ARABE
“En nombre de Dios clemente y misericordioso”
¡Oh mi telmid Ahmed, dice el Imán Ibrahim!
Hay una tradición en la ciudad de Toledo, que en las noches de luna clara y reluciente, se aparece una sombra flotando sobre ella y sus alrededores.
Dicen que es el espíritu del príncipe Abul-Walid, que sale de su tumba para contemplar los lugares habituales donde cada noche paseaba con su amada y se refleja en el respaldo lunar.
En el reino Taifa de Toledo, gobernaba el príncipe Yahia Alkadir, nieto del rey Al-Mamun y el rey Alfonso VI de Castilla y León, se decidió a cercar la ciudad que la había acogido sus años de juventud, por el destierro ordenado de su hermano, el rey Sancho de Castilla.
Yahia, viendo que las fuerzas cristianas arrasaban las cosechas y habían cercado la ciudad para rendirla por hambre, decidió ir a visitar el campamento cristiano, a su rey Alfonso que era amigo de su abuelo, para ofrecerle su vasallaje y a cambio del pago de tributos, pero Alfonso no acepto.
Estando desesperado, intentó que los reinos taifas de Zaragoza y Badajoz le auxiliaran, pero vio frustrados sus sueños porque el rey de Zaragoza murió, antes de de poder ayudarle y el de Badajoz, fue derrotado también por el rey castellano leonés, Alfonso VI.
Su única solución fue mandar mensajes de mensajes a los reyes africanos de Marraquez para que le auxiliaran y le enviaron un ejército al mando de un príncipe guerrero Abul -Walid.
Cuando el joven príncipe llegó Toledo, le trataron como un héroe y celebraron fastos en su honor y conoció a hermana de Yahia, la princesa Sobeyha “Schehrazada”que día tras día iban-fijando sus miradas del uno al otro.
Así ocurrió que ambos jóvenes, fueron conociéndose y enamorándose perdidamente y todas las tardes, salían la pareja recorriendo los alrededores de Toledo, sus jardines, sus parajes oliendo a flores aromáticas y la bella Sobeyha “Schehrazada” le enseñaba a su amado príncipe, cada rincón de Toledo, a cual más bello y más bello lo sentía si tenía a su amada junto a él.
Los dos jóvenes enamorados pasaban el día juntos y Abul-Walid se olvido de que tenía que regresar a Africa para informar de lo que pasaba en Toledo.
Por fin el príncipe se decidió a cumplir su cometido y la última noche antes de partir a África, se juraron amor eterno y ella le juró que le esperaría hasta que viniera y él juro que regresaría y esta vez para no marcharse más de su lado.
Mientras que él estaba en Africa, el rey castellano leonés se apoderó de Toledo y Yahia tuvo que abandonar la ciudad pero no pudo llevarse a su hermana porque había enfermado y la bella princesa cayó en un estado de melancolía por la tardanza de su amado en regresar y murió de pena.
No había pasado mucho tiempo y apareció en las puertas de Toledo, un ejército musulmán mandado por Abul-Walid, que ignoraba que la ciudad estaba en manos cristianas.
Al llegar junto a Toledo, las malas noticias llegaron hasta él y un esclavo de la princesa Sobeyha “Schehrazada” le transcribía las palabras que había pronunciado su amada antes de morir.
El príncipe Abul se quedo muy triste y acampo a los alrededores de Toledo con el propósito de recuperar la ciudad por los buenos momentos vividos junto a su amada y que daba sepultura a su amada.
El ejército de Abul ocupó los alrededores de Toledo, al otro lado del río, junto a los cigarrales y al castillo de San Servando se observan y se propuso junto a los jefes militares a estudiar la futura ofensiva y por la noche donde estaba acampado el ejercito, se veía en la peña más alta, la silueta de la ciudad de la figura de Abul, mirando las calles de Toledo donde había paseado con su amada, y recordando los sueño de felicidad junto a ella.
El campamento musulmán seguía acampado en este lugar y una noche, Rodrigo Díaz de Vivar “el Cid Campeador” ideo un plan de ataque que produjo confusión en el campamento musulmán, originando su destrucción y las sombras fue su mejor aliado pues los musulmanes llegaron a pelearse entre sí.
A la mañana siguiente, los musulmanes se dieron cuenta del desastre y encontraron al príncipe Abul muerto y su cuerpo estaba cubierto de heridas y una flecha había atravesado su corazón.
El resto de las tropas se rindieron ante el Cid y emprendieron su viaje a África, no sin antes enterrar a su príncipe Abul, que lo enterraron en esas peñas, concediéndole el deseo de permanecer permanentemente en este lugar, para poder contemplar aunque fuera de lejos, la ciudad que acogió a u amada.
No obstante, la historia no acaba ahí, pues dicen los toledanos que las noches de luna, al mirar al lugar donde está enterrado, se ve el cuerpo de Abdul,”príncipe musulmán” subido en una peña, observando las calles y los torreones de Toledo por donde paseaba, junto a su amada, la princesa Sobeyha “Schehrazada”.
¡Oh, mi telmid Ahmed! Cuando el amor os llame, seguidlo. Aunque su camino sea duro y penoso. Y entregaos a sus alas que os envuelven. Aunque la espada escondida entre ellas os hiriera.
Y os destina luego a su fuego sagrado, para qué podéis ser sagrado pan en la sagrada fiesta de Dios. El amor no da más que de sí mismo y no toma nada más que de sí mismo. El amor no posee ni es poseído. Porque el amor es todo para el amor.
Cuando améis no digáis: “Dios está en mi corazón”, y sino más bien: “Yo estoy en el corazón de Dios”.
Dicele, Ahmed ¡Oh, mi respetado Imán Ibrahim, que así sea y se cumpla, y doy gracias a Alah, por vuestra sabiduría y la enseñanza que me transmitís!
Fdo: Julio Reyes Rubio "Al-Mayriti"
4. LA PEÑA DEL PRINCIPE ARABE
“En nombre de Dios clemente y misericordioso”
¡Oh mi telmid Ahmed, dice el Imán Ibrahim!
Hay una tradición en la ciudad de Toledo, que en las noches de luna clara y reluciente, se aparece una sombra flotando sobre ella y sus alrededores.
Dicen que es el espíritu del príncipe Abul-Walid, que sale de su tumba para contemplar los lugares habituales donde cada noche paseaba con su amada y se refleja en el respaldo lunar.
En el reino Taifa de Toledo, gobernaba el príncipe Yahia Alkadir, nieto del rey Al-Mamun y el rey Alfonso VI de Castilla y León, se decidió a cercar la ciudad que la había acogido sus años de juventud, por el destierro ordenado de su hermano, el rey Sancho de Castilla.
Yahia, viendo que las fuerzas cristianas arrasaban las cosechas y habían cercado la ciudad para rendirla por hambre, decidió ir a visitar el campamento cristiano, a su rey Alfonso que era amigo de su abuelo, para ofrecerle su vasallaje y a cambio del pago de tributos, pero Alfonso no acepto.
Estando desesperado, intentó que los reinos taifas de Zaragoza y Badajoz le auxiliaran, pero vio frustrados sus sueños porque el rey de Zaragoza murió, antes de de poder ayudarle y el de Badajoz, fue derrotado también por el rey castellano leonés, Alfonso VI.
Su única solución fue mandar mensajes de mensajes a los reyes africanos de Marraquez para que le auxiliaran y le enviaron un ejército al mando de un príncipe guerrero Abul -Walid.
Cuando el joven príncipe llegó Toledo, le trataron como un héroe y celebraron fastos en su honor y conoció a hermana de Yahia, la princesa Sobeyha “Schehrazada”que día tras día iban-fijando sus miradas del uno al otro.
Así ocurrió que ambos jóvenes, fueron conociéndose y enamorándose perdidamente y todas las tardes, salían la pareja recorriendo los alrededores de Toledo, sus jardines, sus parajes oliendo a flores aromáticas y la bella Sobeyha “Schehrazada” le enseñaba a su amado príncipe, cada rincón de Toledo, a cual más bello y más bello lo sentía si tenía a su amada junto a él.
Los dos jóvenes enamorados pasaban el día juntos y Abul-Walid se olvido de que tenía que regresar a Africa para informar de lo que pasaba en Toledo.
Por fin el príncipe se decidió a cumplir su cometido y la última noche antes de partir a África, se juraron amor eterno y ella le juró que le esperaría hasta que viniera y él juro que regresaría y esta vez para no marcharse más de su lado.
Mientras que él estaba en Africa, el rey castellano leonés se apoderó de Toledo y Yahia tuvo que abandonar la ciudad pero no pudo llevarse a su hermana porque había enfermado y la bella princesa cayó en un estado de melancolía por la tardanza de su amado en regresar y murió de pena.
No había pasado mucho tiempo y apareció en las puertas de Toledo, un ejército musulmán mandado por Abul-Walid, que ignoraba que la ciudad estaba en manos cristianas.
Al llegar junto a Toledo, las malas noticias llegaron hasta él y un esclavo de la princesa Sobeyha “Schehrazada” le transcribía las palabras que había pronunciado su amada antes de morir.
El príncipe Abul se quedo muy triste y acampo a los alrededores de Toledo con el propósito de recuperar la ciudad por los buenos momentos vividos junto a su amada y que daba sepultura a su amada.
El ejército de Abul ocupó los alrededores de Toledo, al otro lado del río, junto a los cigarrales y al castillo de San Servando se observan y se propuso junto a los jefes militares a estudiar la futura ofensiva y por la noche donde estaba acampado el ejercito, se veía en la peña más alta, la silueta de la ciudad de la figura de Abul, mirando las calles de Toledo donde había paseado con su amada, y recordando los sueño de felicidad junto a ella.
El campamento musulmán seguía acampado en este lugar y una noche, Rodrigo Díaz de Vivar “el Cid Campeador” ideo un plan de ataque que produjo confusión en el campamento musulmán, originando su destrucción y las sombras fue su mejor aliado pues los musulmanes llegaron a pelearse entre sí.
A la mañana siguiente, los musulmanes se dieron cuenta del desastre y encontraron al príncipe Abul muerto y su cuerpo estaba cubierto de heridas y una flecha había atravesado su corazón.
El resto de las tropas se rindieron ante el Cid y emprendieron su viaje a África, no sin antes enterrar a su príncipe Abul, que lo enterraron en esas peñas, concediéndole el deseo de permanecer permanentemente en este lugar, para poder contemplar aunque fuera de lejos, la ciudad que acogió a u amada.
No obstante, la historia no acaba ahí, pues dicen los toledanos que las noches de luna, al mirar al lugar donde está enterrado, se ve el cuerpo de Abdul,”príncipe musulmán” subido en una peña, observando las calles y los torreones de Toledo por donde paseaba, junto a su amada, la princesa Sobeyha “Schehrazada”.
¡Oh, mi telmid Ahmed! Cuando el amor os llame, seguidlo. Aunque su camino sea duro y penoso. Y entregaos a sus alas que os envuelven. Aunque la espada escondida entre ellas os hiriera.
Y os destina luego a su fuego sagrado, para qué podéis ser sagrado pan en la sagrada fiesta de Dios. El amor no da más que de sí mismo y no toma nada más que de sí mismo. El amor no posee ni es poseído. Porque el amor es todo para el amor.
Cuando améis no digáis: “Dios está en mi corazón”, y sino más bien: “Yo estoy en el corazón de Dios”.
Dicele, Ahmed ¡Oh, mi respetado Imán Ibrahim, que así sea y se cumpla, y doy gracias a Alah, por vuestra sabiduría y la enseñanza que me transmitís!
Fdo: Julio Reyes Rubio "Al-Mayriti"
No creo que haya otro pais con historias y romances tan bellos. Enhorabuena, por saber expresar y divulgar por el mundo las entrelineas de la historia de tu país.
