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CAMPO REAL: De mi libro:"Leyendas Andalusies Almiaregenses"dedicado...

De mi libro:"Leyendas Andalusies Almiaregenses"dedicado a Campo Real, mi cuna natal, al Santisimo Cristo de la Peña y a su Hermandad a la que tengo el egregio honor de pertenecer, y a mis abuelos Pablo, Basilia, a mi madre Teresa, y al resto de mis tios, Pedro, Sebastian, Leocadia, Ascension, todos "In Memoriam"a excepcion de mi tia Carlota.
Publico una bella Leyenda, que fue real, donde evoco la piedad de Almanzor, generalisimo de Al-Andalus, natural de Algeciras que demostro con la tumba del Apostol Santiago, El Mayor en Compostela.
2. LA PIEDAD MUSULMANA

“En el nombre de Dios clemente y misericordioso”
¡Oh, mi telmid Ahmed, dice el Imán Ibrahim!

Dícese que hubo un periodo próspero y duradero de paz y armonía entre las gentes del Libro, en referencia a los cristianos, y musulmanes pero el rey cristiano Bermudo II, incumplió sus pactos con Córdoba y se desarrolló en la guerra entre creyentes.
El al-hachib Abuamir, “Almanzor, el victorioso” defensor de la Fe y azote de los enemigos del Islam, decidió castigar el incumplimiento de pactos y en una “razzia” entró en Santiago de Compostela, donde sus tropas difíciles de controlar, cometieron desolación en la ciudad y fue objeto de todo tipo de excesos.
Cuentan las crónicas que “Almanzor”, hombre celosamente piadoso de Dios, quiso visitar personalmente el sepulcro del apóstol Santiago y cuando se acercó a él, halló a un monje anciano y enfermo que estaba orando en él.
Almanzor, le pregunto: ¿Que estáis haciendo aquí? Y el monje, le contestó: “Rezo a Santiago”. Entonces, “Almanzor” al comprobar la profunda fe del anciano dirigiendo sus plegarias al Apóstol y viendo el estado paupérrimo de salud del penitente, ordenó a sus médicos que le curaran, le dejaran rezar allí cuanto deseara y puso una guardia permanente para proteger al anciano y al sepulcro, por lo que se encontraba intacto, cuando regresaron los cristianos.
¡Oh, mi telmid Ahmed, que es la oración sino la expansión de vuestro ser en el éter viviente!
¡Oráis en vuestra angustia y en vuestra necesidad; deberíais también hacerlo en la plenitud de vuestro júbilo y en vuestros días de abundancia.! Y si no podéis sino llorar cuando vuestra alma os llama a la oración, ella enjugará una y otra vez, hasta que encontréis la risa. Cuando orais, os elevaís, para hallar en lo alto a los que en este mismo momento están orando y a quienes sólo encontraréis en la oración.
Dicele, Ahmed: ¡Oh mi respetado Imán Ibrahim, que así sea y se cumpla y gracias a Alah por vuestra sabiduría y enseñanzas que me transmitís!

Dice el Sagrado Libro “Alcorán” en la “aleya” sobre la piedad de la “azora” II:

¡Oh, Creyentes!

“La piedad no consiste en volver vuestras caras hacia el Levante o Poniente. Piadoso es el que cree en Dios y en el día del Juicio Final, en Los Ángeles y en el Libro, en los Profetas; el que, por amor de Dios, da su haber a sus semejantes, al huérfano, a los pobres, a los viajeros, y a los que piden,; el que rescata a los cautivos, el que hace la oración, el que da limosnas, el que cumple los compromisos contraídos y el que es paciente en la adversidad, en los tiempos duros, y en los tiempos de violencia. Éstos son justos y temen al Señor”.

Fdo: Julio Reyes Rubio "Al-Mayriti"