Monumento a los Chisperos de
Chamberí.
Plaza de los Chisperos de Chamberí.
En el
Madrid de siglos atrás había varios arquetipos con los que se conocía a sus habitantes, dependiendo del lugar en el que vivieran.
Durante el siglo XIX Chamberí estaba situado a las “afueras” de la capital, y si a los residentes de Lavapiés se les conocía con el nombre de “Manolos”, a los de Chamberí les llamaban “Chisperos”. El motivo no era otro que en aquella época en este distrito había muchas industrias, entre las destacan las famosas fundiciones de Sandorf y de Buenavista.
Al menos un siglo antes, durante los siglos XVII y XVIII, los Chisperos vivían en lo que hoy sería el
barrio de Chueca, en la zona de Barquillo y hasta la
calle Hortaleza. Recordad lo que os comenté alguna vez de la
Casa de Tócame Roque, que albergaba gran número de
herrerías en sus bajos, y cuyas
familias ocupaban las viviendas de la planta encima de las
fraguas, y estaba situada al final de la calle Barquillo.
Por lo que a todos los habitantes de esta zona, entonces el norte de Madrid, les llamaban “Chisperos”.
El monumento a los Chisperos de Chamberí, (siendo el encargado de esculpir las figuras Lorenzo Coullaut Valera), fue inaugurado en 1913,
pero... oficialmente se denominaba Monumento a los Saineteros, por los bustos de los autores Barbieri, Chueca, Ramón de la
Cruz y Ricardo de la Vega que están representados en la parte de abajo.
En la parte superior podemos ver a varios personajes populares de aquel Madrid: un chispero, una manola y una pareja de castizos.
Este conjunto escultórico fue instalado en un principio en la glorieta de
San Vicente. Apenas dos años después fue trasladado al
parque de la Dehesa de
Arganzuela. Allí permaneció en el olvido hasta que en el año 1933 lo colocaron en su actual ubicación.
En el año 1982, el alcalde Enrique Tierno Galván, inicia un ambicioso plan de reformas en Madrid, y esta plaza es ampliada en su superficie y se desvía una parte del tráfico que soportaba a través de la calle Manuel Cortina, que fue peatonalizada.
Los vecinos de la zona llamaban a este lugar la plaza de los Chisperos, pero oficialmente seguía sin nombre.
El nombre de plaza de los Chisperos de Chamberí es muy reciente, ya que el
Ayuntamiento de Madrid aprobó dar este nombre en febrero de 2018 a la zona ajardinada situada en la confluencia de las
calles Luchana, Manuel Silvela y Francisco de Rojas, pues como os comenté antes, popularmente ya se la conocía como la plaza de Los Chisperos, debido al monumento allí situado y dedicado a los Chisperos y Saineteros de Madrid.
Chamberí.
Un barrio con mucha
historia.
Un poquito de ella:
Se dice que durante la ocupación de las tropas francesas de Napoleón en
España, se formó un campamento
militar en lo que actualmente sería la plaza Chamberí que ellos llamaron “Chambéry”, y que de ahí vino a tomar el nombre tan madrileño barrio.
Durante la Edad Media, las tierras que ocupan hoy en día el barrio de Chamberí pertenecieron a la Orden del Temple hasta su disolución a principios del siglo XIV. Posteriormente pasarían a formar parte del Consejo de
Fuencarral. En esta época, estos terrenos estaban cubiertos de bosques y eran utilizados por miembros de la Corte para realizar
cacerías. Esta situación perduró hasta el reinado de Carlos I, momento en el que se empiezan a talar los bosques convirtiéndolos en dehesas y posteriormente en tierras de secano y eriales, a excepción de algunas
huertas cercanas a arroyos, como los de San Bernardino, la Castellana, Cantarranas y Maudes. Las huertas de
Santa Engracia, Eloina y la
huerta de España se explotarán hasta principios del siglo XX. Los principales cultivos eran el cereal y la vid.
En el siglo XVII, el 80 % de la tierra se reparte entre la
Iglesia, los nobles, la monarquía.
Hacia finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX el sector agrícola pierde importancia y empiezan a aparecer las primeras industrias, entre las cuales destaca la dedicada a la fabricación de ladrillos y tejas. Es en este momento cuando empiezan a construirse las primeras
casas para alojar a los trabajadores y se trazan
paseos y arbolados. El ambiente de esparcimiento alrededor de estos paseos, propicia la aparición de quintas de recreo como la del Marqués de Santiago en la actual plaza de Chamberí.
En 1850, además de tejares y yeserías, ya había en Chamberí quince
fábricas, entre ellas la
Fábrica de Tapices, varias de productos químicos y las famosas fundiciones de Sandorf y de Buenavista. Por ello recibían sus vecinos el nombre de “chisperos”, eternos rivales en casticismo con los vecinos de Lavapiés, los “manolos”. Poco a poco se fue diversificando la industria, especialmente hacia las artes gráficas.
Tras la desamortización de los bienes eclesiásticos con Mendizábal, la mayor parte del terreno pasa a manos del Estado y de particulares, y este distrito entra en los diversos planes del famoso ensanche de Madrid durante los siglos XIX y XX.
El primer sector en ser totalmente urbanizado es parte del barrio de Almagro, en el sureste, conocido también como el Triángulo de Oro de Madrid. Se trata del área incluida entre la calle Génova, el
paseo de la Castellana y el eje formado por las calles Almagro y Miguel Ángel. En este sector fijan su residencia gran parte de la aristocracia española. Actualmente esta zona alberga importantes sedes administrativas como el Ministerio del Interior, el Instituto de la
Juventud, las embajadas del
Reino Unido, Suecia, Filipinas,
Alemania y
Colombia. También el
palacio del Defensor del
Pueblo.
El siguiente sector en ordenarse es contiguo al Triángulo de Oro, y lo forma un trapecio limitado por la calle Génova al sur, el paseo de la Castellana al este, la calle de José Abascal al norte y la calle de Santa Engracia al oeste.
Paralelamente a este desarrollo se organizan los
barrios de Trafalgar (limitado por la calle Sagasta al sur, la calle de San Bernardo-Bravo Murillo al oeste, la calle José Abascal al norte y Santa Engracia al este) y de Arapiles (limitado por la calle Carranza al sur, la calle Blasco de Garay al oeste, la calle Cea Bermúdez al norte y la calle Fuencarral al este).
A partir de 1920 se comienzan dos labores importantes: el traslado de los dos camposantos (de San Andrés y de San Martín), lo que permite el desarrollo de los barrios de Vallehermoso y Gaztambide. En los límites de Chamberí, también comienza la construcción de los Nuevos Ministerios y la Ciudad Metropolitana (Cuatro
Caminos) en el norte y noroeste respectivamente. Tras la guerra civil se concluyen los Nuevos Ministerios, se construye y diseña el Parque Móvil Ministerial. A principios de los sesenta, se concluye la ordenación urbana del distrito con la construcción del Estadio Vallehermoso (en agosto de 2019, y después de doce años sin actividad, se inauguró el Nuevo Estadio de Vallehermoso), la Dirección General de la Guardia Civil, el Instituto Geográfico Nacional, y la Dirección General de Loterías. En los setenta se construiría la
Escuela Oficial de Idiomas y la Delegación de Hacienda de Madrid.
Aunque construido originariamente para otros fines, en los años ochenta, el Tribunal Constitucional se trasladó a la calle Doménico Scarlatti, 6.