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Navidad 2020/2021, CHINCHON

Se avecinan las Navidades más extrañas de nuestra vida. Unas fiestas que entrañablemente suelen llevar consigo el acercamiento entre familiares y amigos, este año serán casi todo lo contrario. La situación puede provocar ansiedad. Por ello hemos recopilado los mejores consejos de experto para afrontar la coronavidad con la mejor perspectiva posible.

Familiares separados por medidas de aislamiento perimetral, reuniones familiares limitadas a seis personas (o a 10 con las mejores expectativas legales en según qué zonas y aún por confirmar), noches de fin año sin fiestas con amigos y toque de queda, abuelos nuevamente aislados... Son algunos de los escenarios sobre los que nos estamos proyectando de manera negativa cuando pensamos en las próximas fiestas navideñas, la coronavidad. Este nuevo término ha nacido para bautizar unas fiestas marcadas por la pandemia de covid-19. Y el miedo y la ansiedad amenazan con destruir los mejores propósitos de una festividad entrañable.
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En los últimos meses hemos pasado por todo tipo de escenarios (y ninguno de ellos era más halagüeño que el anterior). La segunda ola ha sido igual de terrible en términos psicológicos: incertidumbre, inquietud e incluso cierto decaimiento tal y como explica desde Clínicas Origen la psicóloga Pilar Conde. "Bajo un estado de alarma, con distintas normativas según los lugares de procedencia y cambios continuos en las mismas, es normal que experimentemos cierta angustia ante la pérdida de la sensación de control. Estas dudas pueden llevarnos incluso a experimentar cierta frustración personal" cuenta la experta.

Este año, las clásicas disputas familiares en torno a la organización de las celebraciones se están sustituyendo por otro tipo de tensiones. Si ya era difícil enfrentarte a tus padres, suegros o pareja sobre la conveniencia de aceptar a un invitado en concreto, ahora la dificultad radica en elegir con quien vas a celebrarlo a la vista de las restricciones de número en las reuniones. Por todo ello, lo mejor es afrontar lo que viene con el mayor optimismo posible y remediar las carencias con perspectiva. La psicóloga Pilar Conde propone una serie de pautas para minimizar traumas:

Pensar en las maneras en las que la familia se siente unida, y organizar algo en previsión de que no se puedan reunir sus miembros, ya sea de manera presencial u online.
Mantener los rituales familiares de cada Navidad, adaptándolos a la situación actual. Por ejemplo, si se suele comer un plato típico preparado por un familiar, que este año se conecten todos y sea el autor de la receta quien explique los pasos al resto.
Buscar alternativas de expresión de afecto y alegría, como cantar los villancicos en una sesión virtual.
Decorar la casa como es habitual, no caer en el "total para qué". Siempre podemos compartir nuestras fotos en los grupos de whats up y en las redes sociales.
Cuando se tengan que tomar las decisiones que afectan a toda familia, hacerlo en conjunto, consensuarlas, para que todas partes se sientan implicadas.

No hay que dejar de decorar la casa como en años anteriores.
No hay que dejar de decorar la casa como en años anteriores.
Uxio Da Vila
Por otro lado, estas fiestas tienen una capacidad extraordinaria para poner en relieve la falta de un ser querido. En este año que las pérdidas por víctimas de la pandemia están a flor de piel, es más importante que nunca prestar atención a la tristeza y ayudar a quienes estén más tocados a pasar las fiestas de la mejor manera posible. "Hay que preguntarles directamente cómo desean pasar la Navidad y apoyarles, tanto si se quieren aislar como si animan a compartir algunos momentos de celebración", comenta la psicóloga que a su vez subraya dos grupos sociales en concreto: jóvenes y ancianos.

En el caso de los mayores, la población de más riesgo frente al coronavirus y que más víctimas mortales se ha cobrado la pandemia, es necesario hacer un refuerzo porque han sufrido un periodo largo de separación de sus seres queridos y de privación social. Hay que poner en práctica todas las medidas de seguridad (por mucho que nos cueste evitar los besos y abrazos), pero además hay que tenerles en cuenta y preguntarles por sus prioridades. Esa debería ser el trabajo primordial para el resto de cara a las fiestas.

Los jóvenes, por su parte, son el sector más señalado por la sociedad. Al que hay que repetir constantemente el peligro de la situación y las consecuencias de no mantener a rajatabla las medidas de seguridad. Para Pilar Conde, la clave para evitar comportamientos como botellones o fiestas clandestinas, explica, es la cohesión, basada en la responsabilidad y el trabajo de grupo. Así pues, la idea es reconducirles hacia alternativas de ocio de disfrute y de contacto social que no potencien el contagio y el riesgo para la población más vulnerable.
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