Por su todavia caracter agrícola, se mantiene la imagen de San Isidro patrón de los labradores. La historia de este humilde labrador es excepcional para la época, el siglo XI, donde la gran mayoría de santos eran de origen eclesiástico o noble. Madrid, conocida en la época de los visigodos, como la madre de las aguas, vivió los milagros de un hombre estrechamente vinculado al liquido elemento.