El rey concibió un gran complejo multifuncional, monacal y palaciego que, plasmado por Juan Bautista de
Toledo según el paradigma de la Traza Universal, dio origen al estilo herreriano. Fue considerado, desde finales del siglo XVI, la Octava Maravilla del Mundo, tanto por su tamaño y complejidad funcional como por su enorme valor simbólico. Su
arquitectura marcó el paso del plateresco renacentista al clasicismo desornamentado.