Tras la celebración del Cuarto Centenario del
Monasterio en 1984 se redescubrieron muchos detalles arquitectónicos del
edificio, como la compleja geometría de los chapiteles herrerianos, la audaz
bóveda plana, las bellas
chimeneas siamesas o la ingeniosa solución espacial de la iluminación cenital de la linterna del
convento.