La construcción del
monasterio estuvo motivada por una combinación de motivaciones religiosas, políticas y culturales. En el siglo XVI,
España era una potencia mundial en proceso de expansión y dominación integral. Felipe II, conocido por su profundo fervor religioso y su papel como rey católico, quería crear un
monumento que resaltara la grandeza de España, su fe y su influencia en Europa y en todo el mundo. Además, el contexto religioso de la época, marcado por la Contrarreforma y la lucha contra el protestantismo, influyó en la necesidad de construir un gran y
monumental centro religioso. El monasterio serviría también como mausoleo para la
familia real española, fortaleciendo la dinastía y estableciendo un estrecho vínculo entre el poder político y religioso.