Para ello encargó a humanistas y diplomáticos la selección y adquisición de los fondos en un evidente intento de emular a la legendaria
biblioteca de Alejandría. Además, se instaló en el
monasterio un completo laboratorio de ciencias y proyectó un observatorio astronómico (que no llegó a edificarse a causa de su muerte), un
jardín botánico, un
hospital y una botica.