El Escorial volvería a recobrar la brillantez perdida durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, no tanto porque estos monarcas supieran apreciar la recia belleza del lugar, sino por otra de las cualidades del Real Sitio. El entorno escurialense era un excelente coto de
caza, y los soberanos, ambos excelentes cazadores, decidieron visitarlo con frecuencia.