Según esta
historia del
Monasterio del Escorial que roza el mito con la realidad, el perro fue capturado y ahorcado en una de las
torres del Monasterio, donde permaneció varios meses. Algunos escritos afirman que cuando Felipe II se retiró al Monasterio del Escorial para morir, seguía escuchando los ladridos y aullidos de este perro negro.