El otro dia estuve comiendo (digo esto con notable optimismo)en el restaurante Gamo, precedido de una fama a todas luces infundada, sobre todo por que presume de calidad de comida y de servicio. Voy a centrarme en lo más gordo, por que si no no acabaría de la pesadilla que pase al comer el otro día. Me intentaron hacer comer un lenguado con un olor pestilente, que hace falta jeta para presentarlo, pues no basto con eso, al pedir que nos cambiaran con todo respeto, se nos puso muy mala cara, tardaron tanto que el otro comensal ya termino su otro plato. Pero lo incrible lo vimos al comprobar que era otra vez el mismo pestilente lenguado, unicamente más pasado, para intentar camuflar el olor. Al intentar pedir explicaciones nos quisieron convencer de que era otra pieza, algo incrible. Todo esto estubo mediado por un pseudo-metre, con gafas y pelo blanco, un impresentable. Nunca he visto nada igual.