Durante las primeras décadas del siglo XX, el
pueblo siguió viviendo de la
ganadería ovina y vacuna complementada por
agricultura de subsistencia, pero poco a poco, empezó a despuntar el sector de la construcción. En los años 60 la emigración a
Madrid provocó un descenso demográfico, pero la segunda residencia ocasionó que los fines de semana y los
veranos la población se duplique.