La subsistencia de la población se basó durante siglos en la ganadería y en la agricultura de secano, complementadas con la caza, la pesca, la recolección de madera y frutos silvestres y la extracción de yeso blando y cal. En la segunda mitad del siglo XIX el territorio se vio convulsionado por las obras de infraestructura del Canal de Isabel II: Canales, acueductos y edificaciones complementarias.