FRESNEDILLAS DE LA OLIVA
Y el cielo movió la tierra
y configuró su piel
en tiempos de resaca y esperanza,
donde nació el paisaje
que luego seguiría gastándose,
agraciando algunos lugares
con ondulaciones llenas de gracia,
con rocas misteriosas,
ríos y fuentes para refrescar
la vida y alimentar a los peces,
donde bebió después el hombre
y sentó su pie y su cabeza
acorde con el terreno,
con el paisaje del que formó parte.
Y el artífice del proyecto
se recreó entre montañas
que cortan el horizonte
y apuntan al cielo
donde miran a los cohetes.
Después, el hombre
se inventó un parque
delimitado con mojones
que antaño marcaban
la distancia en la carretera
y los unió con una cadena
como seña de identidad valiosa.
También una fuente con pilas
de granito, antes abrevaderos.
No muy lejos del parque,
un canal de granito
que nos recuerda otra de las señas.
Ésta, de la “Comunidad y Tierra de
la Ciudad de Segovia”
que por estos lares extendió sus tentáculos
de reconquista y repoblación.
Un potro de herrar y todas y cada una
de las profesiones que se dieron,
han sido plasmadas en puertas,
ventanas, muros y demás
lugares aparentes para su exposición.
En este lugar mágico,
su creatividad siempre actualizada,
ha sabido unir el pasado
con el presente y el futuro
entre calles de roca y vegetación,
en medio de montañas
y un cielo que se alcanza,
observatorio,
pasado y presente
de los jarandos,
unión perfecta
que han sabido andamiar,
luego construir
como un fiel
testigo histórico,
bien cultural.
Y el cielo movió la tierra
y configuró su piel
en tiempos de resaca y esperanza,
donde nació el paisaje
que luego seguiría gastándose,
agraciando algunos lugares
con ondulaciones llenas de gracia,
con rocas misteriosas,
ríos y fuentes para refrescar
la vida y alimentar a los peces,
donde bebió después el hombre
y sentó su pie y su cabeza
acorde con el terreno,
con el paisaje del que formó parte.
Y el artífice del proyecto
se recreó entre montañas
que cortan el horizonte
y apuntan al cielo
donde miran a los cohetes.
Después, el hombre
se inventó un parque
delimitado con mojones
que antaño marcaban
la distancia en la carretera
y los unió con una cadena
como seña de identidad valiosa.
También una fuente con pilas
de granito, antes abrevaderos.
No muy lejos del parque,
un canal de granito
que nos recuerda otra de las señas.
Ésta, de la “Comunidad y Tierra de
la Ciudad de Segovia”
que por estos lares extendió sus tentáculos
de reconquista y repoblación.
Un potro de herrar y todas y cada una
de las profesiones que se dieron,
han sido plasmadas en puertas,
ventanas, muros y demás
lugares aparentes para su exposición.
En este lugar mágico,
su creatividad siempre actualizada,
ha sabido unir el pasado
con el presente y el futuro
entre calles de roca y vegetación,
en medio de montañas
y un cielo que se alcanza,
observatorio,
pasado y presente
de los jarandos,
unión perfecta
que han sabido andamiar,
luego construir
como un fiel
testigo histórico,
bien cultural.