Antes en un pueblo era indispensable herrar los caballos que hacían el trabajo y los herreros que eran los encargados de hacerlo.
Con pechera de cuero, a veces con algún sombrero de lana o jockey, al herrero se le veía poniendo las herraduras a estos dóciles animales, a los cuales vi flectar mansamente sus patas, dejándose herrar... Hasta en la calle, a la entrada de la herrería.