HOYO DE MANZANARES EN SUS SOLEDADES
Hay ecos que van volando sobre las viejas encinas,
mientras los vientos silbando recorren bien sus colinas,
En Hoyo de Manzanares se presienten soledades,
quizá tengan sus hogares historias que son verdades.
Soledades de la noche que parecen embrujadas,
algunas ponen el broche a palabras mal llevadas.
Sendas que tienen atajos con sus casas encantadas,
sierra que tuvo trabajos de las piedras trabajadas.
Soledades de silencio entre pájaros que cantan,
donde no se pone precio a los ecos que te encantan.
Cuando la tarde termina y El Picazo te amenaza,
la vida te determina el revisar la terraza.
Soledades que se pierden entre grises esperanzas,
sombras que a veces se extienden en las temidas templanzas.
Esta sierra madrileña sin comentar sus hazañas,
nunca quiso ser la dueña de las horas más extrañas.
Silencios que siguen vivos entre soledades vagas,
que no quieren adjetivos en las noches más amargas.
Soledades de la sierra, mi soledad me reclama,
que el amor vive en la tierra para poder darte calma.
Al ver que brilla la Luna con su antorcha iluminada,
espero tener fortuna viendo mi vida soñada.
En Hoyo de Manzanares la noche marcha endiablada,
no conozco los cantares de su bella madrugada.
Siento la noche extinguida cuando llega la alborada,
mientras se nota la vida que quiere seguir cantada.
Soledades de la sierra entre voces enmarcadas,
que los hombres de esta tierra les gustan las alboradas.
Deja que brille El Picazo en las tardes mal llevadas,
su monte tiene ese lazo de bonitas embrujadas.
G X Cantalapiedra.
Hay ecos que van volando sobre las viejas encinas,
mientras los vientos silbando recorren bien sus colinas,
En Hoyo de Manzanares se presienten soledades,
quizá tengan sus hogares historias que son verdades.
Soledades de la noche que parecen embrujadas,
algunas ponen el broche a palabras mal llevadas.
Sendas que tienen atajos con sus casas encantadas,
sierra que tuvo trabajos de las piedras trabajadas.
Soledades de silencio entre pájaros que cantan,
donde no se pone precio a los ecos que te encantan.
Cuando la tarde termina y El Picazo te amenaza,
la vida te determina el revisar la terraza.
Soledades que se pierden entre grises esperanzas,
sombras que a veces se extienden en las temidas templanzas.
Esta sierra madrileña sin comentar sus hazañas,
nunca quiso ser la dueña de las horas más extrañas.
Silencios que siguen vivos entre soledades vagas,
que no quieren adjetivos en las noches más amargas.
Soledades de la sierra, mi soledad me reclama,
que el amor vive en la tierra para poder darte calma.
Al ver que brilla la Luna con su antorcha iluminada,
espero tener fortuna viendo mi vida soñada.
En Hoyo de Manzanares la noche marcha endiablada,
no conozco los cantares de su bella madrugada.
Siento la noche extinguida cuando llega la alborada,
mientras se nota la vida que quiere seguir cantada.
Soledades de la sierra entre voces enmarcadas,
que los hombres de esta tierra les gustan las alboradas.
Deja que brille El Picazo en las tardes mal llevadas,
su monte tiene ese lazo de bonitas embrujadas.
G X Cantalapiedra.