HOYO DE MANZANARES: ERA UN DOMINGO DEL MES DE JULIO...

ERA UN DOMINGO DEL MES DE JULIO
En aquel domingo del mes de julio del año 2019, el calor estaba pegando fuerte, en la parte central y sur de España. Hubo lugares donde se batieron record de calores. En la sierra madrileña también el calor fue grande, con las piscinas y bebidas frías parecía que se podía llevar bien la tarde canicular. Más hubo un hombre que no quiso aguantar esos calores, ya que se sentía enfermo y desprotegido, su pasado era terrible, sus hijos uno por una enfermedad mala y el otro por la maldita droga, se alejaron de esta vida sin apenas dejar rastro. Su esposa había fallecido de una enfermedad dolorosa hacía poco tiempo, y este hombre cargado de años, con dolores reumáticos y con penas y desilusiones a montones, pensaba que no merecía la pena el vivir en ese estado de cosas, sus amigos de la juventud, emigraron a distintos lugares, sobre todo a Madrid, donde empezaron una nueva vida, y cada cual siguió su camino sin demasiados contactos, en su pueblo de la sierra, la soledad era su problema diario, apenas se comunicaba con sus gente, el invierno le había afrentado bastante bien, incluso con nevadas y demás cosas, pero los problemas del verano eran mucho más duros, no le apetecía salir hacer compra, para tener su hogar abastecido, Y esta vez la televisión había comunicado esa ola de calor africano, aquella mañana no tenía demasiada comida, ni leche para desayunar, sus piernas le empezaron a fallar días antes, pero no quería molestar a ningún vecino, ya que cada uno tenía sus propios dolores y enfermedades. Echado sobre su cama, se notó estar cómodo, y parecía que el sueño se apoderaba de él, tan solo cogió de su mesilla de noche, una botella de coñac que estaba media, y trato de beber hasta que notó el fuego en el pecho, y minutos después, su mente no paraba de pedirle el final de su vida, eran consejos drásticos, solo le pedían que se dejara dormir, hasta que los ángeles le llevaran al cielo. Parece que su intención se cumplía, no tenía ningún familiar cercano, y sus hijos hacía años que fallecieron, tan solo la soledad de esos pueblos medio perdidos en la sierra, era el motivo que le acompañaba en su vivir diario, Ese domingo de julio tan caluroso, le parecía bien que llegara su fin, intento beber más coñac, más la botella se le escapó de sus manos temblorosas. Y termino rodando por el suelo del dormitorio de madera. Solo le quedaba el decir adiós a esta vida dura y difícil que había tenido, Su casa cerrada fuertemente, sus ventanas cerradas, y el hombre tranquilo esperando llegar a la muerte. Nadie sabe por dónde entro, pero al día siguiente un vecino llamo con energía a su puerta, y al no contestar, avisaron a los servicios municipales, para averiguar que pasaba. Pudieron entrar por la parte trasera de su casa, y tan solo encontraron al hombre fallecido, tenía los ojos cerrados, las manos apretadas, todas sus luces apagadas, y la soledad velándole a oscuras. El final muchos vecinos lo tenían pensado. Más hay veces que la muerte llega deprisa, y no da tiempo avisar a nadie, solo la muerte sabe el recorrido, y el día con su hora para llegar donde se la está esperando. G X Cantalapiedra.