HOYO DE MANZANARES: DESDE COLMENAR VIEJO A HOYO DE MANZANARES....

DESDE COLMENAR VIEJO A HOYO DE MANZANARES.
Aquella noche de noviembre del año 2010, sobre las dos de la madrugada, un hombre con su automóvil, circulando, con demasiado alcohol en su cuerpo, intentaba llegar desde Colmenar Viejo a Hoyo de Manzanares, la niebla cerrada era un continuo peligro, aquel hombre medio alcohólico, notaba la falta de visibilidad, y presentía el poderse salir fuera de la carretera, su vista le fallaba, e intentando limpiar por dentro su parabrisas, le era imposible el ver la sufrida carretera, diecisiete kilómetros de miedo al paisaje, las curvas sobre el Río Manzanares, ya le hicieron pensar en algo malo, el pavimento bastante malo, y los quitamiedos sin reflectantes, eran un peligro constante, después de media hora de camino, y sin saber dónde se encontraba, se paró en medio de la estrecha carretera, para ver si estaba dentro o fuera, las luces del coche le indicaron que seguía dentro, y de nuevo continuo su camino, no sin saber si era su destino el que el llevaba, la velocidad era de burro, casi no llegaba a los diez kilómetros hora, el frío de la sierra se metía en su cuerpo, ningún coche se cruzaba con él, ni le adelantaba, era como un calvario de su vicio perverso, y menos mal que ningún guardia se cruzó con él, le hubiera costado un disgusto, Sus ojos se tendían a cerrar, pero el frío de la niebla, le tenían despierto y asustado. Aquel día tardo como hora y media de camino, ya que fueron varias las paradas que tuvo que hacer, para asegurarse que estaba dentro de la carretera, estrecha y peligrosa, que unen las dos localidades de la sierra madrileña. Aquel hombre medio alcohólico pudo llegar a su casa, y comentar a su familia el drama de poder vivir en aquel momento. Ya que el camino infernal era la boca del lobo, el peligro constante, y la falta de señalización de dicha carretera, le hacía a las dos de la madrugada, mucho más peligroso. El hombre prometió a su familia, no volver de noche por ese lugar tan tenebroso, y además no beber ninguna clase de bebida que le hicieran perder su cerebro. En esas noches heladoras de nieblas pegajosas, como dirían los habitantes de dicha sierra madrileña. Aquella noche apenas pudo dormir, los fantasmas se presentaban a pedirle cuentas, y la cabeza le daba mareos imposibles de detener. Era la ruta imposible donde él pensó llegar medio borracho a su vivienda. Pero sin tener un camino tan odioso, para los que beben alcohol. La noche guarda misterios que parecen turbulentos, en ciertos momentos serios aparecen los tormentos. G X Cantalapiedra.