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HOYO DE MANZANARES: “PIÉNSATELO”...

“PIÉNSATELO”
En el comedor de su vivienda de Hoyo de Manzanares, la voz de su esposa retumbo, Si piensas subir al Picazo, “piénsatelo”. El marido con 78, años, hizo mutis, se calló, pero su amigo de siempre, no pudo acudir, tenía un resfriado grande del día anterior, y se quedó en su cama, para curárselo. El hombre ni corto ni perezoso, se lanzó a la conquista de aquel alto de la sierra. Eran las once y media de la mañana, del mes de noviembre, más aquel hombre con su fuerza de siempre, se decidió subir a dicho Picazo. Empezó la subida sin demasiados problemas, el viento de la mañana le refrescaba la cara, y sus orejas parecían quedarse frías, más el esfuerzo que estaba realizando, le daban a su corazón un tremendo esfuerzo, sin dejar de mirar a dicha cima, aquel hombre cada vez veía mucho más lejos su objetivo, en sus piernas notaba el cansancio, y alguna nube silenciosa, le saludaban a su paso. Con su bastón de apoyo para ayudarse a caminar, se sentía con ganas de llevar a cabo su propósito de subir a la cima. Fueron bastante más de hora y media, de subida, y teniendo la cima como a unos 25, metros de altura sobre el pasillo que iba subiendo, se tuvo que sentar sobre el pico de una piedra de granito gigante, Allí viendo a su corazón latir con una fuerza inusitada, pensó si podría terminar dicha caminata. Esta vez al estar solo, pensaba en culebras y demás alimañas, y sin dejar de pensar decidió, regresar a su casa de Hoyo de Manzanares, donde su esposa pensaba que la habría hecho caso, de no subir a esa cima, Pero la Madre Naturaleza, nunca pone trabas a las personas aventureras. Tan solo deja que cada cual decida por el mismo, sus propias aventuras. El hombre aquel pensaba que su corazón, se relajaría en dicha bajada, Pero según bajaba su corazón estaba mucho más agitado, y de nuevo paro para llamar por teléfono a su esposa, para que le mandara ayuda, la esposa se dio cuenta que apenas podía hablar, y aviso a sus amigos de Hoyo todos jubilados, para que pudieran traerle a su domicilio, pasaron más de una hora, entre la llamada y la presencia de sus amigos, que eran cuatro, entre ellos le recogieron y le subieron encima de ellos, hasta llegar a su domicilio, donde fue visitado por su médico, que le diagnóstico cansancio, por el esfuerzo realizado, Prohibiéndole volver a cometer dicho esfuerzo, ya que el corazón no es lo mismo, con el paso de los años. El Hombre aquel se quedó marginado, su futuro nunca sería el mismo, y mirando al Picazo, veía tan solo el abismo. Y en su pasado un pésimo intrusismo. G X Cantalapiedra.