CUANDO LOS BURROS LLEVABAN LA CARGA
Aquel hombre de oficio picapedrero, que nació y vivió toda su vida en Hoyo de Manzanares, decidió ir a buscar comestibles con su burro, hasta Torrelodones, en el siglo XVIII, que la distancia que separaba a los dos pueblos. Era de unos ocho kilómetros, en aquellos años se diría que casi dos leguas.
La mañana era bastante buena, de aquel mes de noviembre, donde hubo días de amenazar nevada, pero apenas había caído algún copo, y el tiempo había sido bastante seco.
Era un domingo por la mañana, cuando este hombre conocedor del terreno y de los comercios del contorno, decidió salir a poder hacer su compra, sin demasiado problemas.
Más al iniciar el retorno para Hoyo de Manzanares, el burro de carga que llevaba, empezó dando bandazos, y tropezando demasiado, aquel asno tenía la edad de diecisiete años, era por entonces un burro ya viejo, pero bien cuidado y alimentado, por este hombre picapedrero.
Que nunca le dejo estar sin herraduras ni sin cortarle el pelo, o esquilarle que era la expresión de entonces.
Aquel Burro o pollino, como llamaban en Galicia a sus asnos, termino cayéndose sobre la carretera de piedra y tierra, digamos casi un camino, las aguaderas donde llevaba la carga, se fueron con él al suelo, su dueño intento animarle, pero el burro desde el suelo, le miro con el ojo de la parte de arriba, como despidiéndose de su dueño, Aquel hombre picapedrero, era un humano duro, y estaba acostumbrado a pasar penalidades, pero aquella despedida le hizo llorar, el asno dejo de existir, donde hoy se llaman LAS COLINAS, y el lugar donde está la gasolinera.
A los diez minutos pasó un carretero de los que trasportaban piedras hasta Madrid, con su carro de yugo vacío, y le dio consuelo, después apartaron al animal fallecido, hasta retirarle un poco de dicha carretera, y subiendo su mercancía en aquel carro, empezó a nevar con fuerza, llegando hasta Hoyo con el suelo cubierto de nieve.
Al llegar a su domicilio en aquel carro. Su esposa e hijos salieron a preguntar por su borriquillo, la respuesta de aquel hombre fue un mazazo en su familia, el burro era querido y respetado, como un ser más de aquella familia, que les trasportaba a cualquier lugar o trabajo, ya que sobre su albarda, trasportaban la leña del Monte de La Cabilda, cuando los podadores efectuaban su trabajo, en pleno invierno, más aquel día del otoño invernal, se dejó su vida en la carretera, sin poder volver a ver su querido Hoyo de Manzanares. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre de oficio picapedrero, que nació y vivió toda su vida en Hoyo de Manzanares, decidió ir a buscar comestibles con su burro, hasta Torrelodones, en el siglo XVIII, que la distancia que separaba a los dos pueblos. Era de unos ocho kilómetros, en aquellos años se diría que casi dos leguas.
La mañana era bastante buena, de aquel mes de noviembre, donde hubo días de amenazar nevada, pero apenas había caído algún copo, y el tiempo había sido bastante seco.
Era un domingo por la mañana, cuando este hombre conocedor del terreno y de los comercios del contorno, decidió salir a poder hacer su compra, sin demasiado problemas.
Más al iniciar el retorno para Hoyo de Manzanares, el burro de carga que llevaba, empezó dando bandazos, y tropezando demasiado, aquel asno tenía la edad de diecisiete años, era por entonces un burro ya viejo, pero bien cuidado y alimentado, por este hombre picapedrero.
Que nunca le dejo estar sin herraduras ni sin cortarle el pelo, o esquilarle que era la expresión de entonces.
Aquel Burro o pollino, como llamaban en Galicia a sus asnos, termino cayéndose sobre la carretera de piedra y tierra, digamos casi un camino, las aguaderas donde llevaba la carga, se fueron con él al suelo, su dueño intento animarle, pero el burro desde el suelo, le miro con el ojo de la parte de arriba, como despidiéndose de su dueño, Aquel hombre picapedrero, era un humano duro, y estaba acostumbrado a pasar penalidades, pero aquella despedida le hizo llorar, el asno dejo de existir, donde hoy se llaman LAS COLINAS, y el lugar donde está la gasolinera.
A los diez minutos pasó un carretero de los que trasportaban piedras hasta Madrid, con su carro de yugo vacío, y le dio consuelo, después apartaron al animal fallecido, hasta retirarle un poco de dicha carretera, y subiendo su mercancía en aquel carro, empezó a nevar con fuerza, llegando hasta Hoyo con el suelo cubierto de nieve.
Al llegar a su domicilio en aquel carro. Su esposa e hijos salieron a preguntar por su borriquillo, la respuesta de aquel hombre fue un mazazo en su familia, el burro era querido y respetado, como un ser más de aquella familia, que les trasportaba a cualquier lugar o trabajo, ya que sobre su albarda, trasportaban la leña del Monte de La Cabilda, cuando los podadores efectuaban su trabajo, en pleno invierno, más aquel día del otoño invernal, se dejó su vida en la carretera, sin poder volver a ver su querido Hoyo de Manzanares. G X Cantalapiedra.