COMENTARIOS SIN RESPUESTAS
En aquel matrimonio bien avenido, todos los días del año pasado y ahora de este mismo año, se practicaban las mismas preguntas. Cuando terminará esta maldita pandemia, cuando podremos caminar sin llevar la mascarilla, cuando estaremos con nuestras familias libremente.
Todo eran preguntas, pero las respuestas se quedaban en el aire, ninguno de los dos seres humanos, eran capaces de definir el final de este periodo de angustia, que solo les conducía a sentir una depresión insólita.
Habían pasado casi dos años, sus canas eran cada día mayores, sus habilidades de jubilados se dejaban ver cada día más torpes, y sus salidas a la ciudad de Madrid, se volvían casi imposibles. Aun así y todo, sus paseos por el Parque de La Cabilda, les ofrecía un mundo mucho más libre, y con un aire que merecía la pena el pasearse casi a diario, aunque su final del paseo siempre terminaba con sus interrogaciones.
El matrimonio cada día comentaba, otro día más de vida, sin estar cogido por la pandemia, pero otro día de vida reprimida por la epidemia, solo nos queda ver como cada día somos más cautelosos, ya ni hablamos con los vecinos, y cuando vamos a comprar alimentos, vamos deprisa y sin apenas hablar con nadie, somos esclavos de este tiempo malicioso, donde La Madre Naturaleza, nos marca el camino y el final en algunos casos. El matrimonio seguía cavilando, pensando en estos días de vivir pendientes de los contagios, de los muertos cada semana en España, de preguntarnos de donde vino este maldito virus, y aun con las tres vacunas puestas, el miedo que arrastraban para no ser víctimas de ese virus traicionero, que estaba repartido por el mundo entero. Y que no respetaba ni fama ni dinero, y se llevaba hasta los Negacionistas embusteros, que no saben de medicina, y cuando terminan en la U. V. I, todos cambian de plumero. Estas jornadas siguen siendo un esquema por entender, un camino por recorrer, un símbolo de padecer, y que no sirve da nada el correr. Todo esto y mucho más era la conversación, de este matrimonio bien avenido, que lamentaban este tiempo vivido, donde cada día se sentía el delirio, de muchas personas que vivían en soledad, sin saber cuándo la vida volvería a ser como antes de esta pandemia, que llegó a España, a primeros de marzo, del año 2020, y no sabemos nadie cuando nos dejara tranquilos. Incluso viviendo en pueblos de la Sierra de Madrid, donde también el virus hizo de las suyas, y dejó sus huellas sobre los seres humanos. D. E. P.
G X Cantalapiedra.
En aquel matrimonio bien avenido, todos los días del año pasado y ahora de este mismo año, se practicaban las mismas preguntas. Cuando terminará esta maldita pandemia, cuando podremos caminar sin llevar la mascarilla, cuando estaremos con nuestras familias libremente.
Todo eran preguntas, pero las respuestas se quedaban en el aire, ninguno de los dos seres humanos, eran capaces de definir el final de este periodo de angustia, que solo les conducía a sentir una depresión insólita.
Habían pasado casi dos años, sus canas eran cada día mayores, sus habilidades de jubilados se dejaban ver cada día más torpes, y sus salidas a la ciudad de Madrid, se volvían casi imposibles. Aun así y todo, sus paseos por el Parque de La Cabilda, les ofrecía un mundo mucho más libre, y con un aire que merecía la pena el pasearse casi a diario, aunque su final del paseo siempre terminaba con sus interrogaciones.
El matrimonio cada día comentaba, otro día más de vida, sin estar cogido por la pandemia, pero otro día de vida reprimida por la epidemia, solo nos queda ver como cada día somos más cautelosos, ya ni hablamos con los vecinos, y cuando vamos a comprar alimentos, vamos deprisa y sin apenas hablar con nadie, somos esclavos de este tiempo malicioso, donde La Madre Naturaleza, nos marca el camino y el final en algunos casos. El matrimonio seguía cavilando, pensando en estos días de vivir pendientes de los contagios, de los muertos cada semana en España, de preguntarnos de donde vino este maldito virus, y aun con las tres vacunas puestas, el miedo que arrastraban para no ser víctimas de ese virus traicionero, que estaba repartido por el mundo entero. Y que no respetaba ni fama ni dinero, y se llevaba hasta los Negacionistas embusteros, que no saben de medicina, y cuando terminan en la U. V. I, todos cambian de plumero. Estas jornadas siguen siendo un esquema por entender, un camino por recorrer, un símbolo de padecer, y que no sirve da nada el correr. Todo esto y mucho más era la conversación, de este matrimonio bien avenido, que lamentaban este tiempo vivido, donde cada día se sentía el delirio, de muchas personas que vivían en soledad, sin saber cuándo la vida volvería a ser como antes de esta pandemia, que llegó a España, a primeros de marzo, del año 2020, y no sabemos nadie cuando nos dejara tranquilos. Incluso viviendo en pueblos de la Sierra de Madrid, donde también el virus hizo de las suyas, y dejó sus huellas sobre los seres humanos. D. E. P.
G X Cantalapiedra.