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HOYO DE MANZANARES: AQUEL HOMBRE TAN RICO, EL MÁS POBRE DE SU PUEBLO. ...

AQUEL HOMBRE TAN RICO, EL MÁS POBRE DE SU PUEBLO.
Era un hombre con demasiado dinero, sus fincas eran enormes, pero su soledad en aquellos años era terrible, en su tiempo joven, tuvo esposa e hijo, pero como si fuera un castigo del cielo, los dos fallecieron, entonces este hombre curtido en la sierra, viendo su vida sin aliciente, se volvió huraño y mala persona, tratando a sus empleados peor que se trata a los animales domésticos. Nadie en su pueblo tenía amistad con dicho señor, hasta los perros del pueblo le ladraban, como demostrándole su mal carácter. Era todo un ser humano despreciable, aunque su economía flotaba en dinero, Pero llegó un día que la fiebre se apodero de él, y en su cama se daba cuenta de su soledad, de no tener a nadie que le pudiera acercar un vaso de agua a su cama. Aquellos días enfermo, se dio cuenta de lo horrible de su situación, y trato de arreglarla, primero intento hablar con mujeres solteras, y no recibió ni una sola persona interesada en su casamiento, ya que la fama que tenía adquirida, era de un ser nada razonable. Y después intento hablar con las mujeres viudas del contorno aquel de su pueblo. Tan solo recibió nones, ninguna mujer estaba dispuesta a ser su compañera sentimental, y el hombre aquel se dio cuenta que hasta las personas más humildes del contorno, pudieran ser felices y estar acompañadas. El solo se notaba un ser humano pobre, ya que no podía alcanzar la felicidad, que la mayoría de sus obreros tenían a su alcance. En sus noches de soledad, maldecía su mala suerte, y su estado se veía cada día más debilitado, solo le quedaba una señora que trabajaba para su servicio de hogar, y al verse abandonado a su mala suerte, la propuso hacerla su esposa, cosa que dicha señora, acepto, teniendo que ir el sacerdote del pueblo a casarles, estando el hombre en su cama, casi esperando que la guadaña de la muerte le segara su vida. Minutos después el notario que había sido avisado, confirmo su testamento, dejando todos sus bienes a dicha señora. Así a los pocos días de dicho acontecimiento, fallecía aquel hombre que tenía mucho dinero, pero que llegó a ser un pobre hombre desgraciado, y sin conocer en su edad madura lo que era el cariño verdadero, los besos de amor y pasión como cualquier humano sensato, solo se llevó su despotismo, su soberbia, de malos tratos, a quien le ayudaron a tener más dinero, pero jamás a ser más feliz ni más querido, Su presencia entre sus obreros, era de tenerle miedo, por su mal trato, y no comunicarse nunca con él, En su entierro solo acudieron, algunos obreros, para verle marchar hacia la nada, aquel que tanto les marcó en su sufrimientos. G X Cantalapiedra.