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HOYO DE MANZANARES: Y LLEGARON LOS TITIRITEROS...

Y LLEGARON LOS TITIRITEROS
Hace 110, años, una tarde del mes de julio, llegaron los titiriteros. En Hoyo de Manzanares, era como una pequeña fiesta, los niños alrededor de su pequeño escenario, daban sus vueltas, tratando de pasarlo lo mejor posible.
Por la noche se inició la función de los titiriteros, con un oso llamado Nicolás, atado a una cadena de hierro, bailaba al sonido de un tamboril una dulzaina, y a la vez una trompeta, que parecía estar afónica. Más los niños y mayores se divertían, mientras un payaso, dejaba sus bromas en el escenario.
El espectáculo en aquellos años de principio del siglo XX, era bastante creativo, y durante el descanso. Se rifaba una muñeca “pepona”, que entre las personas que estaban allí, todos esperaban que fueran agraciados, pero tan solo fue premiada una joven con tan preciada muñeca. El espectáculo continuo siendo divertido, aunque como siempre su principal payaso, terminara llorando, y haciendo reír al público allí presente, que se divirtieron bien y barato, ya que solo era la voluntad de dar algo al estar allí viendo el espectáculo, o en la rifa donde se volcaba la mayoría del público.
Al día siguiente se representó una nueva función, donde el payaso intervino, haciendo reír a todos los allí presentes, eran minutos de gozar del ambiente de verano, pero como comentan los críticos, de muchos espectáculos, el payaso, va llorando por dentro, y su drama suele ocultarse, Su vestimenta era perfecta, para un payaso sobre el escenario, sus zapatos acabados en punta, mucho más grandes que sus pies, y colocados al revés, sus pantalones de colorines, con tirantes de tela, y su chaqueta roída con un peluca rubia, le hacían al público sonreír sin que hablara una palabra, más todo aquello al payaso por dentro, le machacaba su memoria.
Habiendo sido un artista de teatro, casi en aquel tiempo medio famoso, y al estar sin trabajo, tuvo que aceptar el de payaso, y salir a recorrer los pueblos de España, en un carromato, con lona sobre el techo, y durmiendo en posadas, o alrededor de dicho vehículo, o subido en él, o al lado del oso Nicolás, que estaba atado a un radio de una rueda del carromato, Todo en aquel tiempo parecía normal, la vida era a veces una consecuencia de la suerte, y los titiriteros, normalmente, eran personas que amaban el teatro, y sabían que su estancia en los pueblos, era de dos o tres días, como mucho, solían estar algo más si la población era algo mayor. UN RECUERDO DE AGRADECIMIENTO, AQUELLAS PERSONAS QUE HICIERON QUE LA ALEGRÍA SE VIVIERA EN SUS ESPECTACULOS. G X Cantalapiedra.