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HOYO DE MANZANARES: UNA TARDE DE FEBRERO...

UNA TARDE DE FEBRERO
Una tarde de febrero de esas que se llaman locas, el hombre cogió su coche intentando ver las rocas, Carretera de Colmenar con sus peligros perennes, curvas que son muy constantes y tienen grandes vaivenes. Intento tranquilizarse, y olvidarse de sus bienes, en su casa fue portarse como un animal sin sienes. Quizá buscando la muerte en la cruda carretera, luego pensando en su suerte, cambio su idea altanera. De nada vale olvidarse si queda atrás la ceguera, es penoso el complicarse y ser un hombre de cera. Al volante sin destino, metido en su pena negra, sin beber coñac ni vino, más el alma hecha una fiera. Cuando las penas rebrotan, cuando nada nos contenta, sobre la casa se notan palabras que nadie inventa. Los ánimos van marcando la seriedad de la ofensa, al tiempo se va notando que la vida sigue tensa. No vale gritar en casa, ni mirar la chimenea, cuando la duda te abrasa el cerebro se cabrea. El coche siguió rodando, curvas en la carretera, el río seco esperando que la vista no se pierda. Pronto pasara el peligro, en aquella carretera, nadie quiere dar un giro, cuando la muerte te espera. De vuelta volvió tranquilo, la vida se vuelve seria, las curvas tienen el filo que te dejan en miseria. No sueña amores brillantes, ni mujeres altaneras, ni desea ver constantes muchas tardes folloneras. En Hoyo tiene su casa, y aunque la paz nunca reina, el pensar que algo le abrasa es como bordar la pena. No busca nuevas caricias, ni quiere sentir condenas, tampoco sueña delicias al notar sangre en sus venas. Quisiera romper un día con frases que nunca llegan, y no sufrir agonía cuando las broncas despliegan. Sus horas siguen pasando, aquí no existen fronteras, el amor se fue volando entre dudosas quimeras. No hay regla que los arregle, no existe amor de ceguera, cuando la pena despliegue se notará la barrera. La carretera no mide las dudas ni las ofensas, puede que nadie se cuide cuando están las cosas tensas. G X Cantalapiedra.