Corren vientos muy normales por la sierra madrileña, hoy me parecen fatales sin ser su fuerza pequeña. La tarde nos va llegando con pasiones placenteras, el viento viene dejando ciertas rachas traicioneras. Las encinas son testigos en estas tardes austeras, dónde se escuchan los grillos sin hablarnos de fronteras. Piedras que siguen calientes, piedras que trazan barreras, apenas sí vemos hiedras en éstos campos de piedras. Encinas con soledades, voces que a veces se quiebran, caminos con sus verdades dónde apenas crecen hierbas. La Sierra mirando al cielo, sin nubes dé lluvia fresca, quizá se busque consuelo cuando la tarde refresca. Está tarde sin complejos el viento cuenta sus penas, nada nos parece lejos si no sufrimos condenas. G X Cantalapiedra.