NOCHE DE MIEDO Y TERROR
Aquella noche de hace más de dos siglos, volvían de su trabajo dos picapedreros de Hoyo de Manzanares, eran hombre fuertes y acostumbrados a labrar las piedras de la cantera que allí existía, más al llegar como a un kilómetro de citado pueblo, un sonido fuerte les hizo pararse a reflexionar, uno al otro dijo, que es este ruido tan enorme, los dos dejaron de andar, y por unos segundos se quedaron escuchando el eco de aquel sonido atronador, eran dos hombre duros, de los que no les hacía temblar nada, pero al estar a oscuras, y con la sola compañía de la montaña llamada la Tortuga, se quedaron un poco asombrados, al comprobar que como una especia de nube les dejaba como si fuera niebla, la oscuridad era total, y el camino de regreso apenas le veían en la noche cerrada, se quedaron como paralizados los dos picapedreros, no llevaban encima ninguna herramienta de su trabajo, ni siquiera una navaja, ni una simple llave de abrir la puerta de sus viviendas, aquella noche se les vino encima, por terminar unas piedras de marcarlas, y parece ser que estuvieron andando a gatas, para poder ver el suelo, su camino fue penitente, ya que sintieron rugidos de animales salvajes, que corrían en su alrededor, y parecían acecharlos, eran los días más cortos del año de luz, se hacía de noche sobre las cinco y media de la tarde, y teniendo delante la montaña del Picazo, que anochecía incluso antes, el camino de los dos picapedreros fue terrorífico, los gruñidos o rugidos parecían de jabalís salvajes, y los dos hombres se juntaron sus manos para no perderse en aquel retorno a su pueblo, parece ser que la explosión nunca se supo su verdadera historia, y los hombres cuando llegaron a su pueblo iban muertos de miedo, no sabían de donde salían esos alaridos de animales salvajes, la entrada en su pueblo fue como sentirse amparados, aunque las calles estaban completamente vacías, y casi salieron corriendo para llegar a sus casas, donde su familia les esperaba con el miedo en el cuerpo, por si les pasaba algo raro en la distancia, desde la cantera a su domicilio. Todo quedo en un gran susto que apenas contarían por el decir de las gentes de entonces. G X Cantalapiedra.
Aquella noche de hace más de dos siglos, volvían de su trabajo dos picapedreros de Hoyo de Manzanares, eran hombre fuertes y acostumbrados a labrar las piedras de la cantera que allí existía, más al llegar como a un kilómetro de citado pueblo, un sonido fuerte les hizo pararse a reflexionar, uno al otro dijo, que es este ruido tan enorme, los dos dejaron de andar, y por unos segundos se quedaron escuchando el eco de aquel sonido atronador, eran dos hombre duros, de los que no les hacía temblar nada, pero al estar a oscuras, y con la sola compañía de la montaña llamada la Tortuga, se quedaron un poco asombrados, al comprobar que como una especia de nube les dejaba como si fuera niebla, la oscuridad era total, y el camino de regreso apenas le veían en la noche cerrada, se quedaron como paralizados los dos picapedreros, no llevaban encima ninguna herramienta de su trabajo, ni siquiera una navaja, ni una simple llave de abrir la puerta de sus viviendas, aquella noche se les vino encima, por terminar unas piedras de marcarlas, y parece ser que estuvieron andando a gatas, para poder ver el suelo, su camino fue penitente, ya que sintieron rugidos de animales salvajes, que corrían en su alrededor, y parecían acecharlos, eran los días más cortos del año de luz, se hacía de noche sobre las cinco y media de la tarde, y teniendo delante la montaña del Picazo, que anochecía incluso antes, el camino de los dos picapedreros fue terrorífico, los gruñidos o rugidos parecían de jabalís salvajes, y los dos hombres se juntaron sus manos para no perderse en aquel retorno a su pueblo, parece ser que la explosión nunca se supo su verdadera historia, y los hombres cuando llegaron a su pueblo iban muertos de miedo, no sabían de donde salían esos alaridos de animales salvajes, la entrada en su pueblo fue como sentirse amparados, aunque las calles estaban completamente vacías, y casi salieron corriendo para llegar a sus casas, donde su familia les esperaba con el miedo en el cuerpo, por si les pasaba algo raro en la distancia, desde la cantera a su domicilio. Todo quedo en un gran susto que apenas contarían por el decir de las gentes de entonces. G X Cantalapiedra.