Los primeros intentos de establecer un ferrocarril en
Madrid se deben a las gestiones realizadas por el alcalde corregidor Marqués viudo de Pontejos, que en 1829 intentó promover un proyecto con la intención de unir Aranjuez con Madrid mediante una
vía ferroviaria. La idea de Pontejos fracasó fundamentalmente por motivos económicos. Al igual que posteriormente le ocurrió al ingeniero español Pedro de Lara y Meliá con la compañía ferroviaria denominada
Caminos de Hierro de María Cristina (en
homenaje a la madre de la reina Isabel II) creada en abril de 1844. Pedro de Lara obtuvo la licencia estatal para trazar una línea férrea provisional desde Aranjuez a
Alicante. Su concesión caduca en la fecha estipulada, sin lograr su objetivo inicial al no obtener la financiación necesaria, concediéndose finalmente la explotación a favor del Marqués de
Salamanca que es adjudicada por real orden el 6 de abril de 1845. Las obras de esta línea comienzan el 4 de mayo de 1846. El marqués de Salamanca, nombrado ministro de Hacienda, se ve forzado en 1848 a huir precipitadamente perseguido por el gobierno de Narváez. La acusación estatal es haber empleado el cargo prevaricando y concediendo permisos a favor de las obras ferroviarias en su poder. Este suceso interrumpe las obras de construcción de la primitiva
estación de Atocha durante un año.