El dulce más castizo. Las Rosquillas de
San Isidro.
Casi sin darnos cuenta, estamos en mayo, y llega la
fiesta de nuestro
Santo patrón: San Isidro.
Es
costumbre en
Madrid, por estas fechas, pasarse por la Pradera de San Isidro, vestirse de chulapos y chulapas,
bailar un chotis al son de un organillo mirándose cara a cara, mientras la mujer con su clavel apresado por el pañuelo en la cabeza gira alrededor del hombre que sólo necesita de la superficie de un ladrillo para moverse.
Comer la tortilla sobre el césped de la Pradera, y de
postre: unas rosquillas de San Isidro.
Estas populares rosquillas son: las listas, las tontas, de
Santa Clara y las francesas. Además, en los últimos tiempos, se han creado nuevas versiones de rosquillas, de todos los sabores que te puedas imaginar.
Cuenta la leyenda que fue la mítica Tía Javiera quien las hizo famosas, y que pronto, le salieron a Javiera familiares en todos los tenderetes de la
Feria. Todos eran primos, sobrinas o hijas de Javiera para intentar aprovecharse de la fama de aquellas golosinas que tanto éxito tenían. Esto hizo que se creara un sainete antiguo que así rezaba:
Pronto no habrá, ¡Cachipé! en Madrid, duque, ni hortera, que con la tía Javiera emparentado no esté.
Dice también la leyenda, que no está claro de dónde venía la Tía Javiera, si de Villarejo de Salvanés o Fuenlabrada.
También cuentan que las de “Santa Clara” las empezaron a elaborar unas monjas en el
Monasterio de la Visitación. Y que las “francesas” nacieron del inconformismo de Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, cuyo paladar afrancesado requería algo más apetitoso que las rosquillas tontas.
Sean ciertas estas leyendas, o no, estos apetitosos confites nos encantan a los madrileños.
Características de las rosquillas:
Todas se componen de la misma base de cualquier
receta de rosquillas, diferenciándose unas de otras simplemente en su acabado final.
- Las rosquillas tontas no llevan ningún acabado, no van bañadas, de ahí su nombre indicando la simpleza de su masa.
- Las listas van bañadas con un azúcar fondant (elaborado con un sirope de azúcar, zumo de limón y huevo batido) del
color que se les quiera dar, es habitual el amarillo.
- Las de Santa Clara están recubiertas con un merengue seco, originalmente blanco.
-Las francesas se acaban con un rebozado de
almendra picada y azúcar.