Puente de
Segovia, el más antiguo de los conservados en la capital, es Bien de Interés Cultural en la categoría de
Monumento desde 1996. Su origen se remonta a la segunda mitad del siglo XVI cuando, tras la instalación definitiva de la Corte en
Madrid en 1561 por orden de Felipe II, se hizo imprescindible erigir un nuevo puente en el acceso a la ciudad desde el
camino de Segovia, que sustituyese a los que, con escasa consistencia y duración, se habían construido al menos desde el siglo XIV.
La obra, iniciada en 1574 por Provisión Real, fue encargada primeramente al maestro mayor del rey Gaspar de Vega, que presentó un proyecto del que se llevó a cabo la cimentación de las cepas principales. Tras su muerte en 1577, se hizo cargo de los trabajos el nuevo arquitecto mayor, Juan de Herrera (1530-1597), el autor del
Monasterio de El Escorial, quien, sobre las cepas iniciadas, diseñó unas trazas de concepción moderna e inspiración renacentista, las cuales estuvieron prácticamente ejecutadas en 1584.
Durante los siglos posteriores, el Puente de Segovia fue objeto de múltiples intervenciones, principalmente de reparación, a cargo de diversos arquitectos de prestigio, entre los que destacan los nombres de José de Villarreal en 1648, José del Olmo y Juan Ruiz en 1682, Pedro de Ribera en 1721 y Ventura Rodríguez en 1775. Como intervenciones más destacables tenemos: en el año 1648, el arquitecto José de Villarreal procedió a la reparación del tablero superior. Años después, fue colocado en su frente una
puerta ornamental, obra de Teodoro Ardemans, para dar mayor monumentalidad al puente. Este elemento fue eliminado con el paso del tiempo. Ya en el siglo XX, en noviembre de 1936, durante la Guerra Civil española, fue volado por el bando republicano para evitar la entrada en Madrid de las tropas franquistas, al mando del general Yagüe. Tras la contienda, fue reconstruido introduciendo algunas variaciones con respecto al diseño original. Fue en este momento cuando el ingeniero Vicente Olmos amplió el tablero de 8,65 a 31,00 m de anchura, abriendo el puente en dos e introduciendo, tras separar los frentes laterales, una nueva estructura interna. Poco después, entre 1955 y 1960, el mismo ingeniero restituyó parte de los alzados ocultos por la canalización del Manzanares, llevada a cabo en 1915, y añadió nuevas manguardias acompañadas de diques y estanques. Estas obras se vieron seriamente afectadas por el soterramiento de la M-30 realizado entre 2004 y 2007. En la operación MADRID
RIO se ha actuado en todo el entorno del puente dotándolo de acompañamiento de
fuentes, estanques y
paseos acordes con la estética y nuevo diseño de la zona.