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MADRID: Los dos activistas extranjeros que quedan en El Aaiún,...

ABC / MADRID
Día 16/11/2010
Los activistas españoles que regresaron el domingo por la noche desde El Aaiún, Javier Sopeña y Silvia García, criticaron ayer la «falta de contundencia» del Gobierno al no condenar el «crimen que está cometiendo Marruecos contra el pueblo saharaui», y rechazaron la actitud del PP por utilizar este conflicto para «ganar votos». Sobre la situación en el Sahara Occidental, coincidieron en que no creen en «una solución pacífica» al conflicto.
Después de varias semanas en el campamento-protesta saharaui de Agdaym Izik —desalojado por las fuerza de seguridad marroquíes el pasado día 8—, y escondidos desde entonces en El Aaiún, Sopeña y García relataron en una rueda de prensa en Madrid cómo fueron testigos «de palizas a saharauis», y cómo tuvieron conocimiento «por testimonios de familiares, de detenciones masivas». Precisaron que, con sus propios ojos, nunca vieron asesinatos ni supieron de desapariciones.
Los dos activistas de la asociación pro-saharaui Sahara Thawra estaban en el campamento el día en que fue desmantelado. Los gendarmes utilizaron armas de fuego, porras, gases lacrimógenos, chorros de agua y otro material antidisturbios para desalojar a los ocupantes. Ambos denunciaron que «ese día hubo muchas palizas a saharauis... Una vez sin conocimiento, se los llevaban detenidos en coches».
Tras el desalojo del campamento, cuando llegaron a El Aaiún comprobaron que la ciudad se hallaba bajo el «estado de sitio», ya que el Ejército marroquí «tiene tomadas las calles y entra en las viviendas para secuestrar» a los saharauis que consideran implicados en las revueltas.
Sopeña y García declinaron dar cifras de desaparecidos o de muertos porque, según explicaron, es imposible contrastar las informaciones. Los dos activistas sí grabaron algunos vídeos del desalojo del campamento. Como prueba del acoso al que están sometidos los periodistas allí, ambos aludieron a «la paliza que recibió un periodista norteamericano a quien —según su versión— los policías marroquíes confundieron con un español».
También apuntaron que Marruecos podría estar detrás de la divulgación de una fotografía de niños heridos, colgada en la página web saharathawara. com, y que en vez de menores saharauis correspondía a dos niños de Gaza heridos en 2006.
Una vez que fueron conscientes de que no podían seguir informando de la situación en El Aaiún, los dos activistas aceptaron la ayuda del Ministerio de Asuntos Exteriores para regresar a España. Tras el desalojo del campamento, según relataron ayer, el ministerio contactó con ellos para indicarles que recurrieran a Mariano Collado, depositario de los bienes de España en El Aaiún, que ejerce tareas consulares, para abandonar el territorio con seguridad, si bien «no podían ofrecernos protección hasta que nos encontráramos con Collado», aseguraron.
Antena 3, en El Aaiún
Un equipo de Antena 3 Noticias, según una nota facilitada por la cadena, es la única televisión presente desde el pasado sábado en la capital del Sahara Occidental. Lo integran Iván López, Ángel Cristo y Nuria Álvarez.

saludos

Los dos activistas extranjeros que quedan en El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, están negociando su salida, una vez que el Ministerio de Asuntos Exteriores les ha garantizado que su integridad física no corre peligro.

"Saldremos pronto. Estamos siendo muy perseguidos. También han puesto sobre aviso a los colonos. En la televisión marroquí, han pedido a la población que si nos ven, avisen a comisaría", explica Antonio Velázquez, el mexicano compañero de la española Isabel Terraza, a través del hilo telefónico.

Los dos activistas del colectivo Resistencia Saharaui aseguran que ellos nunca se han opuesto a salir del Sáhara Occidental, pero que no habían tenido soporte diplomático. Según su testimonio, hasta el pasado sábado, cinco días después del asalto al campamento de 'Gdeim Izik', la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, no se puso en contacto con ellos.

Mientras tanto, los saharauis permanecen encerrados a cal y canto en sus casas. Aunque anoche el gobernador de la ciudad no decretó el toque de queda ni se apagaron las luces, son muy pocos los que se atreven a salir a la calle. Ni tan siquiera a coger el teléfono. Tanto Antonio como Isabel consideran que su presencia en el Sáhara ya no es útil, puesto que no pueden salir a la calle para contar lo que ven ni hablar con los saharauis, para no poner su vida en peligro.