El escepticismo por la democracia
La tendencia fue de ignorar las tensiones entre la democracia y el capitalismo. Sin embargo, sólo basta con observar la experiencia de países como Rusia, China o Venezuela para ser escéptico con la tendencia natural del capitalismo a conducir hacia la democracia, y de la tendencia natural de la democracia a apoyar el capitalismo.
La experiencia de Europa Central también necesita un replanteamiento. Un año después de que las democracias centroeuropeas se asociaran a la Unión Europea, la región experimentó el auge del populismo y el nacionalismo. La insatisfacción con la democracia sigue creciendo, y, según la encuesta mundial Voz del Pueblo 2006, Europa Central es, pese a todas las expectativas, la región del mundo donde los ciudadanos son más escépticos con los méritos de la democracia.
En toda la región, el público desconfía de los políticos y los partidos políticos. Consideran que la clase política es corrupta y se preocupa de sus intereses propios. La transición fue un éxito rotundo en Europa Central, pero produjo rápidamente una estratificación social que afectó adversamente a muchos en tanto que elevó a unos pocos privilegiados.
Fueron muchas las vidas destruidas y las esperanzas traicionadas durante la época de la transición. El hecho de que los principales ganadores de la transición fueran personas educadas y con buenas conexiones, vinculadas al antiguo régimen, tampoco contribuyó a su aceptación. Ahora se considera que las democracias poscomunistas han sido no un triunfo del igualitarismo, sino de las elites comunistas que se oponen al igualitarismo y de las elites de la oposición que se oponen al comunismo.
Las limitaciones externas impuestas a los países a su entrada a la Unión Europea fueron esenciales para el éxito de las reformas, pero contribuyeron a la percepción de que eran democracias sin opciones reales.
Hace veinte años los estudiosos de teoría política temían que las nuevas democracias pudiesen no tener gusto para el capitalismo. Lo que se observa hoy es que la mayoría de la población de Europa Central confía más en el mercado que en las urnas
La tendencia fue de ignorar las tensiones entre la democracia y el capitalismo. Sin embargo, sólo basta con observar la experiencia de países como Rusia, China o Venezuela para ser escéptico con la tendencia natural del capitalismo a conducir hacia la democracia, y de la tendencia natural de la democracia a apoyar el capitalismo.
La experiencia de Europa Central también necesita un replanteamiento. Un año después de que las democracias centroeuropeas se asociaran a la Unión Europea, la región experimentó el auge del populismo y el nacionalismo. La insatisfacción con la democracia sigue creciendo, y, según la encuesta mundial Voz del Pueblo 2006, Europa Central es, pese a todas las expectativas, la región del mundo donde los ciudadanos son más escépticos con los méritos de la democracia.
En toda la región, el público desconfía de los políticos y los partidos políticos. Consideran que la clase política es corrupta y se preocupa de sus intereses propios. La transición fue un éxito rotundo en Europa Central, pero produjo rápidamente una estratificación social que afectó adversamente a muchos en tanto que elevó a unos pocos privilegiados.
Fueron muchas las vidas destruidas y las esperanzas traicionadas durante la época de la transición. El hecho de que los principales ganadores de la transición fueran personas educadas y con buenas conexiones, vinculadas al antiguo régimen, tampoco contribuyó a su aceptación. Ahora se considera que las democracias poscomunistas han sido no un triunfo del igualitarismo, sino de las elites comunistas que se oponen al igualitarismo y de las elites de la oposición que se oponen al comunismo.
Las limitaciones externas impuestas a los países a su entrada a la Unión Europea fueron esenciales para el éxito de las reformas, pero contribuyeron a la percepción de que eran democracias sin opciones reales.
Hace veinte años los estudiosos de teoría política temían que las nuevas democracias pudiesen no tener gusto para el capitalismo. Lo que se observa hoy es que la mayoría de la población de Europa Central confía más en el mercado que en las urnas