Sobre la cornisa superior se colocó un frontispicio de piedra con reloj, flanqueado por dos figuras de bronce dorado representando respectivamente el Pasado y el Porvenir, y sobre él un águila imperial sujetando el escudo estadounidense. El resultado fue una brillante muestra del eclecticismo académico, con un magistral empleo de nuevos materiales que preludiaba el modernismo, con un elaborado diseño que llega al virtuosismo en los detalles de cerrajería y los faroles.
Desde el momento de su inauguración en 1891, el edificio se convirtió en una referencia de la nueva arquitectura financiera, basada en parámetros compositivos de la arquitectura palaciega tradicional, que no serían superados hasta la generación siguiente, cuando se desarrollaron tipologías y modelos específicos para oficinas y centros de negocios. Como edificio emblemático de Madrid, fue reproducido innumerables veces en postales y revistas.
Desde el momento de su inauguración en 1891, el edificio se convirtió en una referencia de la nueva arquitectura financiera, basada en parámetros compositivos de la arquitectura palaciega tradicional, que no serían superados hasta la generación siguiente, cuando se desarrollaron tipologías y modelos específicos para oficinas y centros de negocios. Como edificio emblemático de Madrid, fue reproducido innumerables veces en postales y revistas.