La granada, por sus numerosas semillas, siempre ha sido un signo de abundancia, riqueza y fertilidad. Una leyenda sobre la Pasión, algunos pasajes de la Biblia, y célebres pinturas la transforman en una especie de “fruto de Dios”.
Una leyenda cuenta que Jesús subía fatigosamente la vía del Calvario, llevando a los hombros la pesada cruz. De su frente, atravesada por la corona de espinas, caían gotas de sangre. Junto a él caminaba la Madre, junto a otras piadosas mujeres.
Los apóstoles, atemorizados, seguían a Jesús desde lejos, para que no les vieran; y uno de ellos, cuando el triste cortejo pasaba, recogía los guijarros enrojecidos, rociados por la sangre bendita de Jesús, y los ponía en un saquito.
Al anochecer, los Apóstoles se reunieron tristes en el Cenáculo; el apóstol piadoso sacó del bolsillo el saquito para mostrar a los compañeros las reliquias de la sangre de Jesús; pero en el saquito encontró un fruto nuevo, de piel dura y áspera y dentro muchos granos, rojos como la sangre de Jesús. Así nacería la granada.
Por supuesto, es sólo una leyenda. Pero ciertamente la granada es un fruto muy conocido en Israel desde los tiempos bíblicos.
Hay otros relatos piadosos sobre la granada. En la Biblia, la granada es uno de los frutos que la tierra prometida produce en abundancia, garantizando la vida: la tierra dada por Dios es rica porque es “tierra de trigo, de cebada, de vides, de higos y de granadas; tierra de olivos, de aceite y de miel”
Una leyenda cuenta que Jesús subía fatigosamente la vía del Calvario, llevando a los hombros la pesada cruz. De su frente, atravesada por la corona de espinas, caían gotas de sangre. Junto a él caminaba la Madre, junto a otras piadosas mujeres.
Los apóstoles, atemorizados, seguían a Jesús desde lejos, para que no les vieran; y uno de ellos, cuando el triste cortejo pasaba, recogía los guijarros enrojecidos, rociados por la sangre bendita de Jesús, y los ponía en un saquito.
Al anochecer, los Apóstoles se reunieron tristes en el Cenáculo; el apóstol piadoso sacó del bolsillo el saquito para mostrar a los compañeros las reliquias de la sangre de Jesús; pero en el saquito encontró un fruto nuevo, de piel dura y áspera y dentro muchos granos, rojos como la sangre de Jesús. Así nacería la granada.
Por supuesto, es sólo una leyenda. Pero ciertamente la granada es un fruto muy conocido en Israel desde los tiempos bíblicos.
Hay otros relatos piadosos sobre la granada. En la Biblia, la granada es uno de los frutos que la tierra prometida produce en abundancia, garantizando la vida: la tierra dada por Dios es rica porque es “tierra de trigo, de cebada, de vides, de higos y de granadas; tierra de olivos, de aceite y de miel”