EN AQUEL MES DE NOVIEMBRE
Aquella noche del mes de Noviembre de 1971, a la una de la madrugada de aquel sábado, una señora de unos 60, años aproximadamente, esperaba al borde de la acera, de la Calle de Francisco Sílvela, de Madrid, frente al número 58, la llegada de un Taxi, que la recogió sin poner ninguna pega, la señora enlutada y bien vestida, le indico al taxista, donde deseaba ir, con una voz seria, y un poco desconcertada, sin tardar nada de tiempo, le dijo que tenía que ir, a la Funeraria de La Plaza de España. Al escuchar el taxista dicha dirección, la comento, “Sí tenía algún familiar fallecido” ya que en esa Funeraria, se arreglaban los documentos, para poder dar sepultura, a las personas fallecidas en aquellos años, ya que no existían Tanatorios en Madrid. La señora sin dudar le comento, sí ha fallecido mí marido. “El joven taxista le acompaño el sentimiento”, cosa que la señora le agradeció diciendo, casi me tiene que dar la enhorabuena, ya que desde está noche, seré la verdadera dueña y señora de mí casa, he tenido la mala suerte, de tener un marido dominador, maltratador, jugador y machista, sin comentarle a nadie, siempre por miedo, del calvario que he pasado con él, ya que me ha tenido controlada, en todos los gastos de la casa al céntimo, exigiéndome facturas, hasta del pan diario, y sin ponerme en sus cuentas bancarias, hasta que al caer enfermo, le avise de sí no me metía en sus cuentas, no le traería la comida, y al verse sin comida ni medicamentos, se vio obligado a ceder en su dominación matrimonial, y empezar así a poder comprarme hasta ropa, ya que él ni me daba dinero para ello, tan solo sí teníamos, alguna invitación de su familia acedia a ir conmigo, y ser él quien ordenaba lo que tenía que comprarme, sin poder poner yo ninguna pega. El camino fue de una condena múltiple, sin poder expresarse mucho más claro, pero me dio a entender, en su vida matrimonial, cómo fue tratada, digamos cómo sí fuera una mujer de vida complicada. El joven taxista espero en la puerta de dicha Funeraria, el tiempo que ella tardo en arreglar dicha documentación, y de nuevo volvieron a la casa de dicha señora, indicándole al joven, que la llevase por la Gran Vía, ya que apenas había salido con su marido, por esa gran artería de Madrid, y aquel sábado a las dos de la madrugada, se encontraba bastante ambientada, Los cines eran muchos y muy iluminados, con los grandes carteles que anunciaban los títulos de sus películas, y las personas salían y entraban, de las grandes cafeterías, con toda la normalidad de aquellos años, comentando la señora, hay algunas vidas, que son más realidad que las propias películas, espero desde ahora en adelante, poder disfrutar de mí libertad, sin tener que estar supeditada, a este hombre que tan mal se ha portado conmigo. En el resto del camino comento, entiendo el porque algunas mujeres, se han marchado de su casa, al no existir en España, la separación matrimonial, cómo en aquellos años eran las leyes de entonces, donde el machismo era todo un orgullo del macho ibérico. Ahora que hace tres horas he pasado, por dicho lugar de esa calle, donde ya no existe bulevar, recordé tan dramática vida, y donde pensándolo bien, algunas mujeres fueron esclavas de sus maridos y después de sus hijos, que a veces copiaron de su padre, los tratos tan malos a las mujeres de entonces. Esperemos que la sociedad vaya cambiando de actitudes y pensamientos, y que no tengan algunas mujeres que esperar a que su marido fallezca, para poder ser libres en muchos aspectos de su propia vida. Dejando atrás actitudes fanáticas de machismo intolerante, donde las mujeres cómo seres humanos, tengan que seguir sufriendo los malos tratos de sus maridos, y los desprecios que solo causan fatalidades, tan dolorosas. G X Cantalapiedra..
Aquella noche del mes de Noviembre de 1971, a la una de la madrugada de aquel sábado, una señora de unos 60, años aproximadamente, esperaba al borde de la acera, de la Calle de Francisco Sílvela, de Madrid, frente al número 58, la llegada de un Taxi, que la recogió sin poner ninguna pega, la señora enlutada y bien vestida, le indico al taxista, donde deseaba ir, con una voz seria, y un poco desconcertada, sin tardar nada de tiempo, le dijo que tenía que ir, a la Funeraria de La Plaza de España. Al escuchar el taxista dicha dirección, la comento, “Sí tenía algún familiar fallecido” ya que en esa Funeraria, se arreglaban los documentos, para poder dar sepultura, a las personas fallecidas en aquellos años, ya que no existían Tanatorios en Madrid. La señora sin dudar le comento, sí ha fallecido mí marido. “El joven taxista le acompaño el sentimiento”, cosa que la señora le agradeció diciendo, casi me tiene que dar la enhorabuena, ya que desde está noche, seré la verdadera dueña y señora de mí casa, he tenido la mala suerte, de tener un marido dominador, maltratador, jugador y machista, sin comentarle a nadie, siempre por miedo, del calvario que he pasado con él, ya que me ha tenido controlada, en todos los gastos de la casa al céntimo, exigiéndome facturas, hasta del pan diario, y sin ponerme en sus cuentas bancarias, hasta que al caer enfermo, le avise de sí no me metía en sus cuentas, no le traería la comida, y al verse sin comida ni medicamentos, se vio obligado a ceder en su dominación matrimonial, y empezar así a poder comprarme hasta ropa, ya que él ni me daba dinero para ello, tan solo sí teníamos, alguna invitación de su familia acedia a ir conmigo, y ser él quien ordenaba lo que tenía que comprarme, sin poder poner yo ninguna pega. El camino fue de una condena múltiple, sin poder expresarse mucho más claro, pero me dio a entender, en su vida matrimonial, cómo fue tratada, digamos cómo sí fuera una mujer de vida complicada. El joven taxista espero en la puerta de dicha Funeraria, el tiempo que ella tardo en arreglar dicha documentación, y de nuevo volvieron a la casa de dicha señora, indicándole al joven, que la llevase por la Gran Vía, ya que apenas había salido con su marido, por esa gran artería de Madrid, y aquel sábado a las dos de la madrugada, se encontraba bastante ambientada, Los cines eran muchos y muy iluminados, con los grandes carteles que anunciaban los títulos de sus películas, y las personas salían y entraban, de las grandes cafeterías, con toda la normalidad de aquellos años, comentando la señora, hay algunas vidas, que son más realidad que las propias películas, espero desde ahora en adelante, poder disfrutar de mí libertad, sin tener que estar supeditada, a este hombre que tan mal se ha portado conmigo. En el resto del camino comento, entiendo el porque algunas mujeres, se han marchado de su casa, al no existir en España, la separación matrimonial, cómo en aquellos años eran las leyes de entonces, donde el machismo era todo un orgullo del macho ibérico. Ahora que hace tres horas he pasado, por dicho lugar de esa calle, donde ya no existe bulevar, recordé tan dramática vida, y donde pensándolo bien, algunas mujeres fueron esclavas de sus maridos y después de sus hijos, que a veces copiaron de su padre, los tratos tan malos a las mujeres de entonces. Esperemos que la sociedad vaya cambiando de actitudes y pensamientos, y que no tengan algunas mujeres que esperar a que su marido fallezca, para poder ser libres en muchos aspectos de su propia vida. Dejando atrás actitudes fanáticas de machismo intolerante, donde las mujeres cómo seres humanos, tengan que seguir sufriendo los malos tratos de sus maridos, y los desprecios que solo causan fatalidades, tan dolorosas. G X Cantalapiedra..