UNA NOCHE DE SABADO EN LA PUERTA DE LA RESIDENCIA DE ESTUDIANTES.
Aquella noche un señor catedrático, se iba a bajar del taxi que le llevo hasta dicho lugar, hoy casi el Centro de Madrid capital. Y el taxista hombre de cultura bastante larga, fueron durante el camino hablando de la creación del Universo, El catedrático expuso sus ideas más o menos de cómo pudo ser, aquel momento de que el universo flotara, sin chocar los astros, planetas, satélites y cometas, y funcionaran como un reloj sin ningún fallo. Hablaron del investigador inglés, que entonces estaba medio invalido, y sus teorías sobre la creación del universo, Todo era un montón de preguntas sin respuesta, el taxista amablemente disfrutaba con el tema de conversación, pero el sabio después de media hora de tertulia, termino diciendo. No sé ni quien soy, tendré que mirar el carné de identidad, para volver a sentirme con los pies en el suelo. Eran las tres de la madrugada, un sonido de coches sobre el asfalto de La Castellana y Calle Serrano se escuchaba en la noche de otoño, de hace ahora quizá unos treinta años. Se dieron la mano con una admiración a dicho catedrático, que le comentó al señor taxista, volveremos a vernos para hablar del tema, con muchos más datos si es que puedo recopilarlos, Es difícil en Madrid poder verse si no has quedado de antemano con dicho personaje, Más aquella noche los dos se quedaron pensando en una pregunta que no tenía respuesta ni aun la tiene. Quien es el creador de este universo, y quien fue el que le creo a dicho ser, para poder programar tantos astros, estrellas, galaxias, y demás cosas que están en el horizonte nocturno, Pienso un poco como aquel catedrático, para el ser humano todo tiene un principio y un fin, y nuestra mente no alcanza a otra forma de pensar, por eso la vida eterna nos queda demasiado grande, y no podemos entender cosas que no sean así, ya que desde niños hemos vivido con esos límites imposibles de derribar, que a veces nos marca nuestra pequeña inteligencia.
G X Cantalapiedra.
Aquella noche un señor catedrático, se iba a bajar del taxi que le llevo hasta dicho lugar, hoy casi el Centro de Madrid capital. Y el taxista hombre de cultura bastante larga, fueron durante el camino hablando de la creación del Universo, El catedrático expuso sus ideas más o menos de cómo pudo ser, aquel momento de que el universo flotara, sin chocar los astros, planetas, satélites y cometas, y funcionaran como un reloj sin ningún fallo. Hablaron del investigador inglés, que entonces estaba medio invalido, y sus teorías sobre la creación del universo, Todo era un montón de preguntas sin respuesta, el taxista amablemente disfrutaba con el tema de conversación, pero el sabio después de media hora de tertulia, termino diciendo. No sé ni quien soy, tendré que mirar el carné de identidad, para volver a sentirme con los pies en el suelo. Eran las tres de la madrugada, un sonido de coches sobre el asfalto de La Castellana y Calle Serrano se escuchaba en la noche de otoño, de hace ahora quizá unos treinta años. Se dieron la mano con una admiración a dicho catedrático, que le comentó al señor taxista, volveremos a vernos para hablar del tema, con muchos más datos si es que puedo recopilarlos, Es difícil en Madrid poder verse si no has quedado de antemano con dicho personaje, Más aquella noche los dos se quedaron pensando en una pregunta que no tenía respuesta ni aun la tiene. Quien es el creador de este universo, y quien fue el que le creo a dicho ser, para poder programar tantos astros, estrellas, galaxias, y demás cosas que están en el horizonte nocturno, Pienso un poco como aquel catedrático, para el ser humano todo tiene un principio y un fin, y nuestra mente no alcanza a otra forma de pensar, por eso la vida eterna nos queda demasiado grande, y no podemos entender cosas que no sean así, ya que desde niños hemos vivido con esos límites imposibles de derribar, que a veces nos marca nuestra pequeña inteligencia.
G X Cantalapiedra.