La campaña electoral la van a hacer el PSOE e IU, si es que la coalición llega al ecuador de la campaña, pero la gran oposición, la campaña más dura, la van a hacer los sindicatos, que para eso son la fuerza social que mece la cuna de los partidos de la izquierda. UGT y CC.OO. Ya han lanzado su calendario de actuaciones contra Esperanza Aguirre: paros de los funcionarios de la enseñanza y la sanidad, y huelga general de los empleados públicos. Hace unos días, el secretario general de UGT-Madrid, José Ricardo Martinez, dijo del gobierno de Aguirre, que era «legal, pero ilegítimo». Lejos de rectificar, echó más leña al fuego. Ahora la acción sindical, la presión sobre Telemadrid, deja paso a la política en el Ente público, cuando a través de Pepiño Blanco, y desde Rafael Simancas, se ha prohibido a los socialistas que acudan a Telemadrid, una especie de boicot sin sentido. Por disciplina, que no por ganas, los cargos socialistas aceptarán esta decisión, conscientes de que en nada les beneficia, porque cuando alcaldes y candidatos más necesitan aparecer para explicar sus programas en el único medio televisivo a su alcance, no pueden hacerlo. El PSOE se queja de manipulación, de sectarismo, pero no lo justifica; no da ningún detalle sobre falta de equidad en la participación de sus representantes con respecto a los de otros partidos. Niegan la mayor y su boicot no se entiende si no es desde la perspectiva de una oposición a la desesperada apoyada por los sindicatos.