MIRAFLORES DE LA SIERRA: ABC 28-12-06 Al gore en la sierra Por Antonio Saenz...

ABC 28-12-06

Al gore en la sierra
Por Antonio Saenz de Miera

La imagen pública de Al Gore no es ya la de un vicepresidente derrotado por Bush en las elecciones, sino la de un denunciador tenaz y valiente de los abusos que están conduciendo a la destrucción paulatina del planeta. En lugar de dedicarse a lamerse las heridas y a vivir como un rajá, quien estuvo a punto de ser y no fue presidente de Estados Unidos, decidió enfrentarse a una tarea de no menor envergadura: profundizar en los problemas del calentamiento global y viajar, incansablemente, predicando la cordura y el respeto por la naturaleza. En «Una verdad incómoda», el estupendo documental protagonizado por Gore, le vemos tirando pacientemente de su carrito por todos los aeropuertos del mundo: «chapeau», amigo Al.
Ahora, según se ha sabido, ha venido de incógnito a Madrid. Alguien le descubrió perdido en la te4: saludaba sonriente a los asombrados viajeros y subió luego a un automóvil que le llevó directamente a El Boálo. Allí pasó la noche en un discreto Spa y salió muy temprano hacía Cotos. Según creo, fue Juan Vielva quien le vio por Dos Hermanas cuando se dirigía al Pico de Peñalara, en compañía de Javier Pedraza, el mayor experto en España en Glaciarismo y Periglaciarismo. La desaparición progresiva de los neveros del Guadarrama parece ser que le alarmó y quiso conocer sobre el terreno la situación de nuestra pequeña Sierra, una de las más amenazados por los cambio en el clima de la tierra.
Informado y comprometido, Gore conocía el problema de la amenaza urbanística sobre nuestro frágil ecosistema, asunto sobre el que le informó el Marques de Tamarón en su etapa de director del Cervantes, pero lo que pudo ver en su recorrido por varios pueblos le dejó más preocupado aún de lo que hubiera podido pensar. Una cosa es saber y otra muy distinta verlo sobre el terreno. «y can not believe it», le oyeron decir en Manzanares el Real poco después de visitar su celebre Castillo y contemplar horrorizado como los chalecitos trepaban hacia el Yelmo. No quiso ver a ningún político. «Prefiero a los científicos», dijo, y a hablar con ellos y patear la Sierra parece que dedicó la mayor parte de su corta estancia en Madrid.
El presidente que no fue, se interesó especialmente por la Graellsia Isabelae y escuchó con suma atención las explicaciones sobre la previsible huida hacía el norte de la bella mariposa que le dio el joven investigador Ruiz Labourdette. No quiso entrar, sin embargo, en el asunto del Parque Nacional; «eso es lo de menos», afirmó, lo que importa es que los madrileños tomen conciencia de esa «jewel of the crown of Madrid», eso es lo que dijo, «joya de la corona» y, «si están dispuestos a defenderla, lo demás vendrá por añadidura». Parece que Gore se fue muy alarmado por la situación del Guadarrama. En enero tiene previsto asistir en Madrid a un Congreso sobre energía y ha prometido volver a la Sierra. Lo mismo salimos en su próximo documental. Hay muchas formas de decir la verdad, aunque sea incómoda. Gore lo sabe. La verdad que esconden algunas mentiras. La inocencia de las mentiras, la crudeza de la verdad.