Os voy a contar un cuento. Erase una vez un alcalde que las daba de demócrata junto con la corporación de su grupo, como tal decidió implantar en el pueblo la Agenda 21, Algunas personas creyeron que aquello sería bueno para el pueblo, poder expresar libremente las deficiencias ó necesidades que desde su punto de vista harían mejor este pueblo. Se pusieron a trabajar, a trabajar con reuniones cada semana, hasta un año y más, con ilusión en serio y al fin llegó el momento de presentar a su alcalde el trabajo de muchos días, ¡ Oh! El día programado el alcalde estaba muy ocupado para ir a la presentación y fue un suplente que escuchó pacientemente y amablemente las propuestas de manera que parecía interesarle, después, un gran convite, chorizo, foigras con su pan y todo. Pero aquí viene lo bueno, con los restos de la merienda se fueron a la basura las propuestas. A que es muy triste este cuento.