Olivo (Olea Europea)
Quizá sorprenda que este hermoso árbol sea el primero de lo que sin duda será un apasionante recorrido por lo que alguien dio en llamar la “botica del Señor”. Lo he elegido por que es emblemático de la cultura mediterránea y porque es bien conocido por todos nosotros aunque quizá no lo suficiente. De él se usa la corteza, las hojas, las aceitunas y por supuesto el aceite.
El aceite es un medicamento de primer orden desde la más remota antigüedad. Es un buen laxante tomando una cucharadita en ayunas. Este mismo aceite mezclado con yema de huevo calma el dolor de las quemaduras y es además un excelente producto de belleza nutriendo y protegiendo la piel y el cabello. En las futuras aportaciones os hablaré del aceite como vehículo para multitud de plantas. Por ejemplo, aceite de romero, aceite de hipérico, aceite de caléndula. Hasta llegar a poder crearos vuestro propio armario de cosmética casera.
Pero tan importante como el aceite, lo son sus hojas. Aunque cuando me refiero a las hojas del olivo, siempre prefiero a su hermoso antepasado el acebuche. Al ser un olivo silvestre, sus propiedades medicinales son más potentes.
Las hojas del olivo usadas en infusión regulan la tensión arterial, sobre todo si se combinan con las flores de otra planta bien interesante y de la que también hablaremos: el espino blanco o majuelo. Además se ha demostrado que su uso refuerza las defensas y previene y cura muchos procesos infecciosos. También actúan contra la fiebre y aumentan la producción de orina. La corteza actúa como cicatrizante en heridas y expulsa lombrices intestinales.
Recetas:
Cura estacional para desintoxicar el hígado:
Este es un remedio tradicional que permite mantener nuestro hígado en buen funcionamiento y ayuda a resolver gran cantidad de problemas digestivos y circulatorios. Mantiene a raya el colesterol y puede eliminar muchos dolores de cabeza.
3 cucharadas de aceite de oliva
El zumo de medio limón
El zumo de una naranja
3 dientes de ajo
Batir y tomar en ayunas durante 14 días al comienzo de cada estación. Es muy recomendable realizar la cura durante el creciente lunar.
Bálsamo de samaritano: excelente para heridas, llagas, quemaduras y úlceras cutáneas.
Mezclar a partes iguales: aceite de oliva, vino blanco y clara de huevo. Batir y usar a discreción en las partes afectadas.
Para el pelo:
Masajear el cuero cabelludo todas las mañanas con aceite de oliva, suavemente y dejar reposar unos minutos antes de ducharse. Si ha quedado muy grasiento puede usarse un champú neutro. Este masaje además es extraordinario para la tensión nerviosa y el estrés, sobre todo si nos lo dan.
Pomada casera de aceite de oliva:
Mezclar al baño maría una parte de cera virgen y tres partes de aceite de oliva virgen. Cuando se ha disuelto la cera, dejar enfriar removiendo de vez en cuando.
Esta pomada es extraordinaria para piel seca, grietas, eccemas, piel irritada, etc.
Quizá sorprenda que este hermoso árbol sea el primero de lo que sin duda será un apasionante recorrido por lo que alguien dio en llamar la “botica del Señor”. Lo he elegido por que es emblemático de la cultura mediterránea y porque es bien conocido por todos nosotros aunque quizá no lo suficiente. De él se usa la corteza, las hojas, las aceitunas y por supuesto el aceite.
El aceite es un medicamento de primer orden desde la más remota antigüedad. Es un buen laxante tomando una cucharadita en ayunas. Este mismo aceite mezclado con yema de huevo calma el dolor de las quemaduras y es además un excelente producto de belleza nutriendo y protegiendo la piel y el cabello. En las futuras aportaciones os hablaré del aceite como vehículo para multitud de plantas. Por ejemplo, aceite de romero, aceite de hipérico, aceite de caléndula. Hasta llegar a poder crearos vuestro propio armario de cosmética casera.
Pero tan importante como el aceite, lo son sus hojas. Aunque cuando me refiero a las hojas del olivo, siempre prefiero a su hermoso antepasado el acebuche. Al ser un olivo silvestre, sus propiedades medicinales son más potentes.
Las hojas del olivo usadas en infusión regulan la tensión arterial, sobre todo si se combinan con las flores de otra planta bien interesante y de la que también hablaremos: el espino blanco o majuelo. Además se ha demostrado que su uso refuerza las defensas y previene y cura muchos procesos infecciosos. También actúan contra la fiebre y aumentan la producción de orina. La corteza actúa como cicatrizante en heridas y expulsa lombrices intestinales.
Recetas:
Cura estacional para desintoxicar el hígado:
Este es un remedio tradicional que permite mantener nuestro hígado en buen funcionamiento y ayuda a resolver gran cantidad de problemas digestivos y circulatorios. Mantiene a raya el colesterol y puede eliminar muchos dolores de cabeza.
3 cucharadas de aceite de oliva
El zumo de medio limón
El zumo de una naranja
3 dientes de ajo
Batir y tomar en ayunas durante 14 días al comienzo de cada estación. Es muy recomendable realizar la cura durante el creciente lunar.
Bálsamo de samaritano: excelente para heridas, llagas, quemaduras y úlceras cutáneas.
Mezclar a partes iguales: aceite de oliva, vino blanco y clara de huevo. Batir y usar a discreción en las partes afectadas.
Para el pelo:
Masajear el cuero cabelludo todas las mañanas con aceite de oliva, suavemente y dejar reposar unos minutos antes de ducharse. Si ha quedado muy grasiento puede usarse un champú neutro. Este masaje además es extraordinario para la tensión nerviosa y el estrés, sobre todo si nos lo dan.
Pomada casera de aceite de oliva:
Mezclar al baño maría una parte de cera virgen y tres partes de aceite de oliva virgen. Cuando se ha disuelto la cera, dejar enfriar removiendo de vez en cuando.
Esta pomada es extraordinaria para piel seca, grietas, eccemas, piel irritada, etc.