La plaza era también un escenario de carácter festivo. En las galerías abiertas de su edificios se arremolinaban los espectadores para presenciar los festejos públicos como las tradicionales corridas de toros. Su cercanía al acceso principal de la iglesia parroquial y a la ermita de la Veracruz permitía que este espacio formara parte del recorrido de las procesiones religiosas.